Ochentera donde las haya, Stranger Things está atrapada en una carrera contrarreloj para combatir el paso del tiempo y sus circunstancias. Para las generaciones que han metabolizado ya la fiesta de Halloween como parte del calendario popular, sigue siendo la ficción número uno cada vez que se acerca la temporada de ver series y películas de miedo. Y se mantiene como una referencia a pesar de que su prometido final se demora.
La ficción fantástica, que se desarrolla en los años ochenta en el universo de Hawkings y su reverso tenebroso en el Mundo del Revés, está siendo una de las más afectadas por la sucesión de imprevistos que ha sacudido Hollywood. Primero fue la pandemia la que paralizó a la industria del cine e hizo que entre la tercera y la cuarta temporada transcurrieran tres años. Ahora las huelgas sucesivas de guionistas y actores en Estados Unidos, esta última aún sin resolver, mantienen en suspenso el rodaje de sus capítulos de despedida. El público persevera, fiel y expectante, pero el tiempo es inexorable. Mientras la producción continúa paralizada, la biología ha seguido haciendo su trabajo y quienes empezaron siendo unos pequeños preadolescentes aún en edad de jugar son ahora adultos hechos y derechos que permanecen virtualmente aferrados a una ficción juvenil.