Marejada política. Disturbios. Alboroto en las redes. Líderes compareciendo de forma escalonada en la tele, con voces aceradas, discursos altisonantes y semblantes circunspectos. Se critican, pero evitan pisarse. ¿Pactan los tiempos?
Puigdemont, la amnistía y el acuerdo de los desacuerdos de Junts con el PSOE concentran la atención. En el torrente de reacciones llama la atención un tuit. Lo escribe Joan Tardá, antiguo representante de Esquerra en Madrid. Se lo dedica al prófugo de Waterloo, rescatado del olvido y la decadencia por las cuentas socialistas: «Vosotros sí que sabéis, no como los ‘botiflers' de ERC». Recurrió con ironía al insulto favorito de los soberanistas (equivale a traidor), empleado contra los que han ido cayendo de la burra de aquel cuento chino llamado procés.
En el 2017 los indepes bautizaron a los policías desplazados a Barcelona para mantener el orden ante el desafío secesionista como «piolines», por los dibujos que figuraban en el casco del barco donde los alojaron. Esta semana usaron esa misma expresión los violentos que protestaban ante la sede del PSOE. Les decían que los tenían que «haber tirado al mar» en Cataluña. ¿Sorprendente? Sí y no. Recuerden que para los fanáticos (según Winston Churchill, aquellos que no pueden cambiar de opinión y no quieren cambiar de tema de conversación), para los que solo piensan en banderas (sean las que sean), los demás ciudadanos somos traidores en potencia.