Han pasado a lo sumo cuatro horas desde que el PSOE, hombres y mujeres de Pedro mandados por Pedro, blindara a los CDR y a Carles Puigdemont en la ley de amnistía, y nuestro hombre sale a recibir a la puerta de Moncloa sin una arruga, sin un pelo fuera de su sitio. Literalmente, como si nada. Caen chuzos de punta en la política y en la Justicia, y en la casa de cuento de Pedro luce el sol, y en su boca de cuento una sonrisa. Es como si nuestro hombre llevara más de tres cuartas partes de su vida esperando la visita de esa espalda que camina hacia la puerta de Moncloa. Como si el único objetivo en la vida de Pedro, madera de superviviente, fuera ejercer de anfitrión, en este instante es el turno del presidente de Albania. Hay quien verá en esta escena la prueba definitiva de la impermeabilidad de Pedro. Hay quien verá aquí la prueba palmaria de que a Pedro todo le resbala. Hay quien a esto aún le llama hacer de la necesidad virtud.