A mí me parece muy divertido lo que nos propone Pedro Sánchez y creo que lo debería hacer más a menudo. Yo ya participo en el concurso de este fin de semana. He apostado cincuenta euros por el sí. Lo bueno es que mi mujer apuesta la misma cantidad a que no, y la economía familiar se va a quedar a pre. Porque lo importante es participar, como en la lotería de Navidad. La pregunta, ya lo saben ustedes, es: ¿Merece la pena todo esto? Y para mantenerse neutral, como debe de ser, el presidente añade: Sinceramente no lo sé. Pero sí que lo sabe y lo hace para mantener la intriga. El resultado se hará público mañana, y yo ando con unos nervios que no sé si voy a poder esperar.
Esto de hacer participar al pueblo ya lo hacían los césares en el coliseo. Allí se trataba sobre todo de matar cristianos, una de las atracciones más divertidas para el ciudadano romano. Generalmente se los comían los leones, cosa que con la ley de protección animal no se podría repetir en nuestros días. Cuando pienso que bajando el dedo gordo te podías cargar a un cristiano, me emociono como un niño con un Scalextric.
En fin, mañana espero que la suerte esté repartida y que aquellos que hayan fallado piensen que habrá más oportunidades, y, sobre todo, que desafortunado en el juego afortunado en amores. Tan afortunado como el propio presidente del Gobierno, que generosamente comparte su sentimiento de amor a su cónyuge con cuarenta y siete millones de personas. (Con el subsiguiente disgusto de Ursula von der Leyen).