Estafa del «hijo en apuros»

Cristina Sánchez-Andrade
Cristina Sánchez-Andrade ALGUIEN BAJO LOS PÁRPADOS

OPINIÓN

Gustavo Rivas

25 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

—Hola mama, mi teléfono está roto. Tengo un número temporal. No puedo llamar. ¿Puedes enviar un mensaje a través de WhatsApp a este número?

—Hijo, ¿eres tú? Ya te estoy enviando el mensaje. Cariño, ¿qué pasó? ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien. Necesito que me hagas una transferencia de 3.000 euros a esta cuenta XXX. Me han robado todo.

—Claro, cariño, ahora mismo abro el portátil y te la hago. ¿Te han hecho daño? A tu tía Lola el otro día le quitaron el bolso en una cafetería, pero ni se enteró. ¡Tiene un disgusto! Le quitaron todas las tarjetas.

—Estoy bien. Pero, por favor, hazme la transferencia rápido. En cuanto pueda te devuelvo el dinero. No he comido hoy.

—Ay, cariño. Si estuvieras en casa te hacía una paella de conejo, ya sabes, tu preferida. Y de postre leche frita. Pero claro, no estás. Estás muy lejos… en ese país raro que ni me acuerdo como se llama. Algunos sábados voy al mercado y compro conejo para ti. Y luego pienso, ¡pero si no está! ¡Te echo tanto de menos! Ay, el portátil. Qué lento va últimamente. Parece que ya está con el sonidito, ¿no sabes?, ese que el ordenador hace de saludo.

—Vale… Date prisa.

—Desde que te fuiste, cuando tenemos un problema con el portátil, no tenemos a nadie para ayudarnos. Ya sabes que tu padre, aparte de que se está quedando ciego y sordo, es aún más negado que yo para la informática. El otro día… Bueno, no te cuento porque me pongo nerviosa y me sube la tensión a veinte. Jorge, no debiste de irte, nos da igual que sigas con esa chica que es poco para ti. Vuelve, estamos muy solos.

—Mamá, ya hablaremos de eso. Si no me envías ahora el dinero, esta cuenta no estará operativa.

—Ya sale la pantalla con un paisaje muy bonito, parece el Cañón del Colorado. Yo siempre quise ir al Cañón del Colorado. Y a Nueva York también. Ahora solo tengo que entrar en mi banco y te hago la transferencia. Jorge, mi amor, lo hemos hablado; no nos importa lo de la chica, puedes seguir con ella, aunque sea poquita cosa y mas bien feúcha. ¿Qué te hicimos para que te fueras? ¿Cuánto dijiste que necesitabas?

—3.000 euros.

—Vuelve, Jorge. Ya estoy en la página de mi banco. Ya estoy viendo el logotipo rojo. Qué bonito es. Confianza y energía. Las que tú me inspiras, mi amor.

—Hazme la transferencia, mamá. 3.000 euros. Rápido. Por favor, ¡no tengo tiempo que perder!

—Sí, sí. De todas formas, ahora que lo pienso, nunca hemos hecho una transferencia sin tu ayuda. ¿Me recuerdas como se hacía?

—Tienes que meter tu clave. ¡Mete tu clave de una puñetera vez y hazme la transferencia!

—Ay, hijo. Ese país te ha transformado, tú nunca decías palabrotas. ¿O será esa chica? Pero no te preocupes, ahora meto la clave y te hago la transferencia. 3.000 euros. Por cierto, ¿qué clave tenía yo, hijo?