Inmigrantes por vía universitaria

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Marta Pérez | EFE

29 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En un país avanzado, con una pirámide de población envejecida, la inmigración no es un problema, sino una solución; sobre todo si es legal y, más aún, si es cualificada. Salvo los nostálgicos de una España con una pureza racial que nunca existió, en la teoría del codesarrollo migratorio coincidimos casi todos. A los jóvenes que vienen buscando cualificación les abrimos las puertas, para que resuelvan su situación particular y colaboren a resolver nuestra situación colectiva (más profesionales, más cotizantes). Sin embargo, el sistema tiene líneas de debilidad.

Cada año, y en los últimos masivamente, cientos de jóvenes marroquíes solicitan plaza en las universidades españolas, a través de agencias especializadas en su preinscripción, que hacen negocio con poco esfuerzo. Los alumnos, la mayoría hombres, están en su derecho. Homologan sus expedientes de bachillerato y presentan una nota de acceso, con la que compiten con los demás demandantes de plaza. Muy pocos hablan castellano o inglés, lenguas vehiculares en los estudios superiores, y, menos aún, lenguas cooficiales. No importa, porque solo unos cuantos vienen a estudiar.

La mayoría, tan pronto son convocados a una carrera, se matriculan, obtienen el seguro escolar, piden una carta de admisión (para conseguir un visado), solicitan la devolución de las tasas y desaparecen del sistema universitario, que les pierde la pista. Si acaban o no en la economía sumergida, trabajando en invernaderos u obras, o si utilizan España como puente para irse a otros países, ya no es competencia universitaria. Sin embargo, las plazas vacías que dejan en los grados por los que acceden ya no tienen cobertura posible y muchos de los desplazados por su actuación ficticia, sean autóctonos o foráneos, se quedan sin las plazas deseadas.

En el sistema universitario gallego comenzaron preinscribiéndose en carreras del ámbito de la arquitectura, pero ahora se han extendido por las ingenierías con una baja nota de corte y pronto los veremos en los grados lingüísticos; en sus impresos ya hay variedad de carreras de distintas ramas, porque les da igual una u otra, con tal de ser admitidos. Este curso hubo bastantes que intentaron colarse por el cupo de deportistas de alto nivel, sin aportar documentación acreditativa. Universidad y solidaridad no solo riman. Internacionalización también rima con inmigración. Queda claro que no es cuestión de xenofobia, sino de gestión de los recursos públicos.