Nada importamos

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EUROPA NOSTRA

OPINIÓN

Carlos Barria | REUTERS

13 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras seguimos instalados en bucles decimonónicos —mi nación, mi mismidad—, los europeos vamos descubriendo la dimensión de nuestro atraso. Después de legislar sobre algo que somos incapaces de producir, Mark Zuckerberg nos anuncia que pasa de comercializar en la UE su nuevo modelo multimodal de inteligencia artificial. Ya antes, Apple Intelligence anunció algo similar. Esto subraya que nuestra Unión ya es un mercado residual para la nueva economía. Lo peor es que no nos damos por enterados. Algunos creen que eso son los alojamientos turísticos o la telepizza.

Si en Europa no produjésemos microscopios pero regulásemos cómo tienen que ser los importados, condenaríamos a nuestros científicos a investigar a ojo. Ese tipo de noticias, que se nos escapan ante la avalancha decimonónica del debate en Europa, va a determinar más nuestro presente que los affaires nacionalistas en Francia, Alemania, Italia, Suecia, Finlandia e tutti quanti, por no hablar de los simpáticos supremacistas locales.

Ni siquiera podemos importar, porque nada importamos los menos de 450 millones de europeos, senescentes y obsoletos, en un planeta donde nos adelantan por abajo, por oriente y por occidente. Unos nos adelantan en juventud y arrojo, otros en saber y hacer. Entretanto, aquí continuamos con las matracas usuales.

Debiéramos pensar por qué en América crearon al norte unos Estados Unidos, mientras al sur proliferaron los estados desunidos, a pesar de compartir idioma, religión y derecho. Los pecados de los abuelos aún se pagan hoy, en forma de pobreza y caudillismo. Nosotros, que estábamos divididos y que intentamos unirnos para superar las penalidades del pasado, permanecemos estancados porque nadie explica a los ciudadanos lo vital que resulta culminar el proceso federal de Europa, ese que citaron con todas sus letras Schuman, Monnet, Madariaga o Adenauer, entre otros.

Nada le importamos a Tim Cook (Apple), a Zuckerberg (Meta: Facebook, Instagram, WhatsApp...), a Elon Musk (X-Twitter, SpaceX…), a Jensen Huang (Nvidia), ni a quienes están esperando su ocasión para superarlos. ¿Qué hacer? No es una pregunta leninista, es una reflexión contra la lenidad que nos descompone. Pues hacer cuanto antes lo que debíamos haber hecho cuando lanzamos la Unión Económica y Monetaria, con el euro como mascarón de proa, hacerlo desde la base social y no únicamente en salas enmoquetadas. El 29 de mayo del 2005 descarrilamos en Francia, al perder el referendo sobre la Constitución europea. Desde ese día andamos sin GPS. Por cierto, ideado por el Pentágono.