La fiesta de la incontinencia

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

María Pedreda

16 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace un par de semanas hubo en el pueblo una pequeña fiesta para grabar un vídeo musical, o algo así, a la que no asistí. Por la mañana, cuando salí a pasear con los perros, varios vecinos se aplicaban a limpiar con lejía las fachadas de sus casas y las bajadas al mar, que habían sido atacadas por comandos de incontinentes urinarios.

El pasado domingo, una fiesta de mayores dimensiones llenó el pueblo de gente y mi sorpresa al día siguiente fue mayúscula al ver que los caminos que recorro habitualmente estaban perfectamente señalizados con pañuelos de papel y excrementos variados. Los turistas celebraron con júbilo la fiesta de la incontinencia rectal, aunque la celebración fuera básicamente cultural.

Descartando la enfermedad de algunos de los asistentes, parece claro que el pueblo, y como este muchos otros, no tiene capacidad para albergar centenares de personas sin disponer de un lugar para las evacuaciones. No quiero fastidiarles el verano, pero imagínense a la gente deponiendo en los jardines de A Coruña o en su urbanización; bien no queda, a pesar de su posible utilidad como abono.

Tranquilos, no me vuelto un amargado. Todos hemos tenido algún apuro en la vida y hemos tratado de resolverlo de la mejor manera posible, pero si en una noche hay trescientas deposiciones de emergencia es que algo no está bien diseñado en la celebración.

He leído que la organización de este tipo de fiestas depende básicamente de los concellos, por lo que, aunque se enfaden, me permito sugerirles que cualquier autorización de este tipo de jolgorios lleve como mínimo un anexo que se ocupe de la cuestión. Una posibilidad son los nuevos váteres químicos, aunque desconozco si se trata de una solución adecuada; sobre el coste puede ser el propio concello o las comisiones de fiestas quienes se hagan cargo del gasto.

Obviamente, no se trata de una cuestión local, cualquiera puede darse un paseo por el Camino francés y verán que no les miento; de hecho, hay un grupo que propone la sustitución del símbolo de la concha de la vieira por un paquete de clínex amarillos. Ahora mismo tiemblo solo pensando qué harán los doscientos mil visitantes a la maravillosa Festa do Pulpo de O Carballiño.

Desde otra perspectiva, parece una incoherencia que los propietarios de perros tengamos que recoger las deposiciones de los animales, pero si vas a una fiesta tengas barra libre, o mejor dicho, excremento libre, en los alrededores. Si uno no es capaz de controlarse, prepárense para la fiesta de la misma manera que lo hacen para una colonoscopia, pero no defequen en los caminos de mi pueblo.

Lamento sacar un tema tan oscuro en plena temporada veraniega, pero no me ha quedado más remedio. Cuando hoy regresaba a casa con los perros, una vecina me dijo: «Javier, moito cajan os turistas. ¿Qué comerán?».