Lo que pasó tras el debate entre los dos candidatos al despacho oval, a pesar de la barbaridad trumpista de que los inmigrantes se comen las mascotas, perros y gatos, de los norteamericanos de bien, es que Kamala frenó el declive que iba a hundir a Joe Biden, Kamala Harris salvó los muebles de la derrota segura hacia la que se precipitaban los demócratas. Sucede que la mayoría de los medios de comunicación de Europa y de Estados Unidos no paran de repetir que Kamala va lanzada hacia el infinito y más allá. Harris ha mejorado las expectativas, pero el empate sigue ahí. La posibilidad de que todo se decida por la mínima está sobre la mesa. Aunque en Estados Unidos solo hablen bien de Donald Trump la Fox y el New York Post.
En Europa, la opinión pública siempre ha vendido victorias demócratas mucho antes de que se certifiquen. Pasó en el 2016 con Hillary y ganó Trump. Pasó con Biden, en el 2020, y venció Biden, cierto, pero por poco. Y lo logró por la movilización masiva que hubo de los sectores progresistas, que hicieron que Biden fuese el candidato más votado de la historia de Estados Unidos, con más de 81 millones de votos. Superó incluso a Obama.
¿Pasará esta vez semejante milagro? Kamala Harris tiene todavía mucho que demostrar. Así es que su equipo pide otro debate para afianzar la mejoría de la hoy vicepresidenta. Trump le dio duro cuando dijo que llevaba tres años y pico en ese puesto y que no había hecho nada, lo que es bastante verdad. Los que creen que Trump estuvo ridículo en el debate se equivocan. Trump hizo de Trump. Ególatra, a su bola, subido en el enorme amor que se tiene a sí mismo, pero es por todos esos motivos por los que tiene detrás una legión gigantesca de votantes. Biden le ganó, pero muchos olvidan que en esas elecciones, las del 20, Trump subió casi siete millones de votos, hasta los 74 millones, doce millones más que en el 2016. Una pasada, después de verlo gobernar cuatro años.
Cayó, como puede ocurrir esta vez, por los famosos estados claves. Si dejamos a un lado a California, demócrata, y a Florida, es muy posible que republicana, la victoria se decidirá en lo que allá llaman swing states, estados que se balancean. Estos son algunos de los más relevantes: Pensilvania, Arizona, Georgia, Wisconsin, Míchigan, Carolina del Norte, Colorado y Ohio. Dicen que quien gana en Ohio se lleva la presidencia. Veremos.
En el 2016, Trump ya le hizo un Alvise a Hillary y arrasó gracias a las redes sociales. A través de los móviles llegó a todos los que están con él, no solo en la América profunda. Y les garantizo que existen. Votantes que les gusta el personaje pasado de vueltas. Esas mismas redes en las que se leen burradas de los dos lados. Ahora dicen que fue Trump quien orquestó contra sí mismo el segundo intento de atentado para rentabilizarlo. Todo es mentira, obvio. Pero el país está así de polarizado. Queda mucho partido por delante en estas apasionantes elecciones, en las que los europeos nos jugamos mucho pero tendemos a olvidar que no tenemos derecho a voto. El que logre los restos en los ocho estados vencerá. Eso es lo único cierto. Kamala, de momento, solo ha ganado un debate.