Si hay una palabra que resume a la perfección lo que ha ocurrido en los últimos años es polarización. Haya sido de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba o siguiendo un patrón de transmisión difuso, algo así como el covid, el estado mental (y social) de o conmigo o contra mí lo ha impregnado todo. Hasta la cocina.
Inés Hernand y Cristina Cifuentes han hecho amistad, y de las buenas, en Masterchef Celebrity. Se han dedicado piropos, halagos y descripciones emotivas dentro y fuera de la pantalla tras coincidir en el formato de TVE. Y eso les ha valido una crítica furibunda desde lo más profundo de la cloaca de la que mana buena parte del ambiente enrarecido de los últimos tiempos: la red social X.
Todo, porque la ideología política de Cifuentes está casi en las antípodas de la de Hernand. Algo parecido a lo que ha ocurrido también con unas imágenes en las que Borja Sémper y Gabriel Rufián charlan en el Congreso. También críticas, también acusaciones de blanquear esto y lo otro, también comentarios condescendientes sobre con quién y con quién no hay que hablar dependiendo de su ideología. Iba bien desencaminado quien pensó que lo que ocurre en las redes no es la realidad. Porque ese estado de guerra permanente ya ha conseguido ensuciar hasta las conversaciones privadas y la vida personal.