Los fondos silenciosos: Unión Europea y territorios

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

XOÁN A. SOLER

11 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Coincide octubre con la Semana Europea de las Regiones y las Ciudades, donde las políticas de cohesión son un tema central. Al parecer, Galicia desde 1986 recibió unos 18.500 millones de euros de los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos (FEIE), o quizá 32.000 millones, según hizo público la Xunta, con los desaparecidos fondos de cohesión. El Consello de Contas observa que solo se ejecutaron el 47 % de tales fondos para el año 2022. Ciertamente un clásico.

Mientras, la Xunta, por boca de su presidente, relativiza con razón esta baja ejecución anual. Razón por la que, en los tres períodos desde el 2000, se amplió en dos o tres años el plazo de inversión de los fondos. Que este informe de control del Consello de Contas coincida con la decisión del Parlamento gallego para sustraerse a su control, declarándose «inauditable», es una decisión inexplicable en el año 2024. Por ello, y para el caso de los Fondos FEIE, convendría que las auditorías del Consello de Contas se ajustasen a los ciclos de los Marcos Financieros Europeos, recién iniciado el período 2021-2027 y habiendo finalizado aún ahora la justificación del 2014-2020 (diciembre 2023). Los fondos FEIE recibidos por España entre el 2000 y el 2020 se situaron en torno a los 97.500 millones de euros, fondos de cohesión aparte.

Una cantidad sustantiva, al parecer 18.500 millones, fue asignada a Galicia, por lo que sería justo y necesario conocer cuántos y en qué se han aplicado o en qué proporción se han desvaído. Por más que los análisis de un estudio en el Boletín de Economía del Banco de España sirvan de orientación. Los recursos recibidos por los gobiernos regionales son muy dispares. Las comunidades autónomas con menor renta, como Galicia, han recibido cuantías muy por encima del total nacional en términos del PIB. También se observan diferencias en el gasto financiado por las autonomías con los recursos europeos; así, en el País Vasco, Comunidad Valenciana o La Rioja se dedica el 70 % de los Feder a I+D, mientras en Galicia este porcentaje es inferior al 20 %. Pero todas las regiones se caracterizan por su ralentizada ejecución y la opacidad en su asignación. Problemas de bases de datos.

Y si esta difícil gestión está generalizada en las 221 regiones de Europa, resulta menos sorprendente la propuesta de integrar los 530 programas actuales (Fondo de Cohesión, Fondo Social Europeo, Fondo Europeo de Desarrollo Regional y pagos a los agricultores, o a la pesca, entre otros), en 27 programas nacionales únicos, uno por país, con un presupuesto condicionado a reformas y objetivos pactados con Bruselas, sin implicar en ello directamente a las regiones o ciudades, como se hacía.

En el Comité de Regiones se ha iniciado el debate. Quizá la evidencia de los objetivos, gestión y destinos de los fondos pudiera justificar el papel de las regiones y ciudades. Mantener la tradicional ejecución de estos fondos silenciosos, por más que se exija publicitar la contribución europea, fortalecerá la propuesta apuntada por la nueva Comisión.