Aquellas empresas y áreas geográficas que, industrialmente, a través de tecnologías innovadoras sean capaces de aportar valor al mercado global actual, siempre serán reconocidas y, por ello, serán las mejor posicionadas para garantizar su futuro a largo plazo.
Alcanzar una marca de prestigio como región implica definir previamente un buen modelo que ha de ser consensuado entre Administración, instituciones y empresas. Administración en un contexto global y la empresa como proyecto individual, deben fijar una hoja de ruta pensando en un proyecto único; es decir, un proyecto de todos y para todos, actuando de manera altruista, lejos de egos y egoísmos. Todo ello precedido de un análisis profundo de nuestra posición para poder reflexionar, proponer, debatir y decidir las actuaciones que nos sitúen, desde el punto de vista industrial, entre los países de referencia tecnológica a nivel global.
Lógicamente, este modelo tiene que tener entre sus factores principales una apuesta decidida por el conocimiento. El objetivo es alcanzar el prestigio de región altamente tecnológica que nos permita, como colectivo y a cada empresa individualmente, competir con los mejores generando empleos de calidad y duraderos, contribuyendo al bienestar social de toda la población.
El conocimiento también hay que saber gestionarlo y, una vez alcanzado, protegerlo. En este sentido, igual que las empresas retenemos talento personal, los gobiernos han de retener talento empresarial. La clave está en consolidar un alto porcentaje de las empresas ya implantadas, evitando que las de nueva creación tengan una vida muy corta.
El declive de la industria europea es una realidad contrastada en la última década, incluyendo a los países de referencia industrial de nuestro continente. Entre las causas, citaría, en primer lugar, la falta de relevos generacionales a nivel empresarial y profesional; por otra parte, el deterioro de la formación profesional a nivel de fábrica e ingeniería. Conscientes de esta situación, las empresas tampoco hemos reaccionado a tiempo incrementando la formación interna en nuestros centros de trabajo, implantando, simultáneamente, un plan de relevos de nuestro personal de dirección o fábrica.
Reindustrializar, en términos generales, implica crear nuevas empresas y modernizar las existentes a través de procesos industriales automáticos e innovadores que certifiquen nuestra competitividad en un escenario global exigente y, ocasionalmente, incierto.
Siguiendo con un análisis genérico y antes de entrar en actuaciones concretas de los dos actores principales —Administración y empresas—, podemos decir que las empresas y los países suministramos al mercado: procesos y producto. La gran diferencia radica en que quien tiene los procesos tiene la clave, porque son estos los que nos permiten aportar valor al mercado y a nuestros clientes, al mismo tiempo que nos sitúan en una horquilla reducida de competidores. Por el contrario, un país que compite únicamente por producto está obligado a competir en escenarios de bajo coste. Por consiguiente, el mejor escenario posible es que nuestro tejido empresarial abarque ambas actividades. Para ello debemos tener en nuestro territorio un alto porcentaje de empresas tecnológicas que nos permitan elaborar procesos innovadores para aplicarlos a todo el tejido productivo gallego, pensando, especialmente, en la competitividad de las empresas que han apostado por producto.
Corresponde igualmente a la Administración decidir en qué sectores de actividad debemos centrar nuestros esfuerzos —aeroespacial, automóvil, naval, defensa, ferrocarril— y definir las líneas de actuación en cada uno de ellos.
La dimensión de las empresas es otro de los factores importantes en la carta de presentación de una región con alta capacidad para poder afrontar proyectos de grandes dimensiones pilotados por recursos humanos perfectamente formados y especializados. Nuestra región necesita empresas grandes por la repercusión económica y el empleo que generan, pero, igualmente, necesita un porcentaje significativo de empresas altamente tecnológicas que inviertan una parte importante de sus recursos en I+D y el desarrollo de procesos disruptivos y competitivos.
La reindustrialización va ligada a la competitividad con otros territorios y nos obliga a explorar y mostrar nuestros recursos. En este sentido, creo firmemente en el talento, la vocación innovadora y el espíritu emprendedor de los gallegos.
La transición energética en busca de energías limpias es uno de los campos de reindustrialización que demanda la sociedad actual. En este sentido, nuestra región también nos ofrece la posibilidad de producir energía verde con recursos naturales envidiables para la descarbonización: sol para la fotovoltaica, viento para la energía eólica y costa para la energía mareomotriz.
Administración y empresas debemos seguir trabajando en las áreas de competencia respectivas para alcanzar entre todos el éxito esperado para el tejido industrial de Galicia.
Nos corresponde a las empresas generar empleo de calidad y duradero; mejorar el grado de internacionalización; competir en territorios de referencia industrial; incrementar los porcentajes de exportación; diversificar la actividad; incrementar la inversión en nuevas tecnologías; aportar conocimiento de interés para la región; adaptar la dimensión de las empresas a las necesidades y exigencias del mercado global; la mejora continua de nuestros indicadores de calidad, productividad y seguridad industrial, y la responsabilidad social.
Concierne a la Administración definir el modelo industrial; infraestructuras adecuadas al modelo; suelo industrial a precios asequibles y adaptados a las necesidades del tejido productivo; energía de calidad a precios competitivos; logística conectada con Europa para personas y mercancías; impuestos equilibrados; implantar políticas de formación e indicadores de control; regular la I+D+i, y agilizar los trámites administrativos y reducir la burocracia.
El éxito en el mundo global que vivimos, ante objetivos comunes, demanda unidad sin fisuras. Galicia, desde el punto de vista logístico, no tiene una buena ubicación geográfica, pero tiene los RRHH y naturales idóneos para la reindustrialización deseada.