Errejón y su sombra

Cristina Sánchez-Andrade
Cristina Sánchez-Andrade ALGUIEN BAJO LOS PÁRPADOS

OPINIÓN

01 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El caso Errejón me ha hecho pensar en la teoría del arquetipo de la sombra de C. G Jung. De hecho, es un ejemplo tan de libro que al principio muchos pensamos que era una broma de mal gusto. Para Jung, la sombra representan las facetas reprimidas y ocultas de la personalidad que el individuo rechaza o ignora, normalmente por ir en contra de las normas o ideales sociales que consciente o inconscientemente adopta. En esta parcela de lo inconsciente se reúnen todas las miserias humanas: la hipocresía, el egoísmo, la envidia, la avidez por el dinero, los celos, la avaricia, la cursilería, el machismo, holgazanería, presuntuosidad, indolencia, negligencia, la manipulación, la cobardía y muchos de nuestros miedos. Es decir, toda una ristra de sentimientos con los que nadie quiere identificarse. Cuando el individuo no puede asumir estas características en sí mismo, las atribuye a los demás. Esto es lo que el psiquiatra suizo llamó mecanismo de proyección. Dime lo que criticas y te diré lo que eres. O, dicho en palabras de Jung: «Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos». De este modo, cada vez que Errejón criticaba el machismo y alababa el movimiento feminista, estaba proyectando. Jung propone integrar esa parte oscura que habita en todos nosotros para que no acabe saliendo como en una olla exprés, o devenga en enfermedades o adicciones, justo lo que ha ocurrido en el caso del ex dirigente de Más Madrid.

La literatura y el cine están repletos de ejemplos. La novela de Robert Louis Stevenson Doctor Jekyll y Mister Hyde describe magistralmente esta transformación. El doctor Jekyll es un científico honorable y bondadoso que crea una sustancia mágica que separa todo lo negativo de lo positivo de su personalidad, dando origen a Mr. Hyde, un personaje malvado que disfruta de la vida cediendo a sus más bajos instintos. Otro caso es el de El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Pero el ejemplo más elocuente es el de Walter White en la serie Breaking Bad: Al inicio, Walter es un hombre promedio: un profesor de química que reprime su frustración, ambición, rabia y deseos de control. Sin embargo, a lo largo de la serie su «sombra» sale a la superficie a medida que se involucra en el narcotráfico. La identidad de Heisenberg representa un arquetipo de la sombra en acción: un alter ego donde Walter puede actuar con egoísmo, crueldad y manipulación, todo lo que había reprimido como un «buen hombre».

Errejón ha dicho que, en primer lugar, él es víctima de sí mismo, en concreto de la contradicción que existe entre «el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo». Y es que, como dijo hace tiempo Rosa Montero de Francisco Umbral, la persona ha sido devorada por el personaje.