Estados Unidos, un planeta diferente

Jaime González-Ocaña DOCTOR DE LENGUAS CLÁSICAS EN CONNECTICUT

OPINIÓN

Quinn Glabicki | Reuters

06 nov 2024 . Actualizado a las 12:38 h.

Es la séptima para mí aquí en directo, desde aquella primera que viví hasta la madrugada en mi piso de Boston con el «pucherazo» de Bush contra Gore en Florida, en 2000. Se manifiesta en las elecciones presidenciales como nunca el espíritu «agónico» estadounidense («agónico» en el sentido etimológico original de «certamen, confrontación»): a cada hora las cadenas de TV anuncian los ganadores de los estados con colores, sonido y fanfarria visual. El rótulo con el cómputo de votos se va actualizando como un marcador deportivo; el 270 es el número mágico.

Dramático: todo es competición, todo es show, todo es dato numérico preciso en el universo americano. Día tranquilo en las urnas. La movilización de los votantes ha sido impresionante. Casi 60 millones habían votado antes del 5 de noviembre (el 30% de los votantes por ejemplo aquí en Connecticut). Se calcula que el 70% del electorado ha votado en estados-bisagra como Georgia o Carolina del Norte. «Estado bisagra»: no sé quién acuñó el término, pero es digno heredero lingüístico de la gran creatividad cervantina -explica visualmente el concepto eliminando la negatividad del término original en inglés, estados battleground («campo de batalla»).

A las seis de la tarde los operativos del partido demócrata siguen llevando votantes a las urnas casa por casa y haciendo llamadas. La movilización demócrata en Filadelfia y Pensilvania, y en general en todo el país, parece superar a la de Biden en 2020, dato esperanzador para Harris.

Hacia las siete de la tarde los primeros resultados ofrecen otros datos favorables para Harris: en las áreas suburbanas de estados republicanos como Kentucky, Indiana y Georgia, Harris supera los resultados anteriores de Clinton y Biden; pero otros para Trump: el voto independiente en Georgia y Carolina del Norte, y la preocupación por la economía entre los votantes en general, favorecen marcadamente a Trump.

Pues con la economía, se percibe un estado de ánimo similar al del final de la presidencia de Obama en 2016: todos los indicadores macroeconómicos eran positivos, pero en la calle dominaba un sentimiento de estrecheces y penurias económicas. Ahora sucede lo mismo: el aumento del costo de vida y la inflación hacen pasar aprietos a la mayoría de los hogares. 

Los sondeos a pie de urna proporcionan datos interesantes: el 71 % de los votantes están preocupados por la posibilidad de violencia tras las elecciones; el 50 % del electorado se declara «asustado» o «preocupado» por la victoria de Trump (48 % por la de Harris); el 47 % del electorado ve a Trump como el candidato «más extremista» (36 % a Harris); tan solo el 2 % de los americanos tiene una opinión favorable de ambos, Trump y Harris… Hacia las nueve de la noche empiezan a aparecer los primeros signos de preocupación para la campaña de Harris. En realidad, no se sabrá la fuerza real de Harris en Pensilvania, estado clave, sin el conteo del voto por correo y anticipado, que no empieza hasta la noche de las elecciones por ley estatal (en general en favor de Harris) con 17 puntos de ventaja en voto anticipado a nivel nacional). Hacia las diez de la noche, las estimaciones (como las del New York Times) empiezan a proyectar el triunfo de Trump con rotundas victorias en Wisconsin, Pensilvania y Michigan. América está a punto de devolver a la Casa Blanca al mismo hombre que instigó un golpe de estado en enero 2021.

Y aunque gane Harris: en verdad, es difícil ver qué va a cambiar. Este parece un país exhausto, cívica y políticamente, con serias deficiencias estructurales que lo incapacitan para resolver problemas sistémicos de igualdad, educación, legislación, etcétera. Con una ciudadanía fracturada, con indicios de violencia política (retórica, ideológica y física) que no auguran una resolución fácil de los problemas existentes. ¿De dónde podrá venir esa renovación ideológica y política tan necesaria? Y sin embargo, en los sondeos: el 61 % de los americanos piensan que los mejores días para los EE.UU. están aún por venir. Es un planeta diferente, los Estados Unidos.