El miércoles 30 de octubre, al día siguiente de que la fuerza de la dana afectara a la Comunidad Valenciana y áreas limítrofes, la mayoría de los diarios nacionales titulaban en portada: «Apropiación indebida, el juez agrava el calvario de Begoña Gómez». Con ligeras variaciones, esa era la noticia del día, mientras se omitían los avisos de las agencias meteorológicas.
Algunos diarios consideraban que lo relevante era llevar a portada una cuestión irrelevante que podrían publicar cualquier día posterior, mientras otros diarios nacionales se ocupaban de esa vieja costumbre en declive que se llama informar a los lectores de lo que está ocurriendo.
No podemos saber qué hubiera pasado si la prensa y otros medios se hubieran centrado en difundir la alerta roja que Aemet había emitido varios días antes, pero sí nos da una idea de que una parte de la prensa actual se ha convertido en un instrumento de propaganda y desinformación.
Para terminar de ensuciar la cuestión, el colectivo ultraderechista Manos Limpias presentó una denuncia en el juzgado contra la responsable de la Agencia Española de Meteorología, Aemet, y contra el director de la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias, por unos presuntos delitos de homicidio imprudente y daños por las consecuencias de la dana. Seguro que hay por ahí un juez que la acepta sin «despeinarse».
Cuatro días antes de la llegada de la dana, Aemet comenzó a emitir avisos públicos, a los que tienen acceso todos los ciudadanos, incluido Alberto Núñez Feijoo, en los que advertía de la peligrosidad del fenómeno; y el mismo martes, antes de las 8 de la mañana, es decir, con suficientes horas de antelación, emitió una alerta de nivel rojo, el máximo en la escala de la agencia.
Tiempo habrá de saber lo que hizo el presidente Mazón desde esos avisos hasta el martes y también de enterarse de a qué dedicó esos días el torero vicepresidente de la Generalitat. Lo que sí tenemos claro es que Feijoo se montó en un vehículo y se fue a Valencia a hacer el ridículo mientras se quejaba de que «a mí nadie me informa».
En resumen, mientras la gente y los servicios públicos ya se partían el alma en las calles, una parte de la prensa española no informaba, la ultraderecha intrigaba en los juzgados y el líder de la derecha andaba de un lado a otro como pollo sin cabeza. Esa es la receta perfecta para que algo salga mal, a la que solo le faltan unos granos de Desocupa, las juventudes de Vox y una pizca de la división azul al mando del sargento Tellado.