El BNG confirmó su confianza en Ana Pontón, que contó con el apoyo de casi el 85 % de la militancia en la asamblea nacional de la formación. El resto de los votos fueron a Movemento Arredista (Noa Presas), que obtuvo el 12,35 %, y a Alicerce (Gustavo Barcia), que tuvo solo el 3,5 %. Así, el equipo de Pontón tendrá 16 de los 19 asientos en la ejecutiva. La candidatura de Presas tendrá dos y la de Barcia, uno.
El evento nacionalista no deparó sorpresa alguna, por mucho que la aparición de dos alternativas a Pontón pudieran hacer ver una cierta erosión en su liderazgo. Las tensiones internas no han horadado la entidad frentista. Los puristas que llevan tiempo advirtiendo a Pontón que su forma de actuar es presidencialista y menos ideologizada de lo que quisieran no se han atrevido a darse un disparo en el pie castigando a quien obtuvo en las últimas elecciones autonómicas los mejores resultados de la historia del BNG en Galicia. Ya resulta increíble solo el hecho de que desde el núcleo duro de la UPG se pongan reparos a la estrategia de su cabeza visible después de que les ha llevado hasta donde nunca estuvieron.
Ana Pontón es una excelente candidata, pero lo tiene en arameo para gobernar la Xunta. Porque, por mucho que haya intentado pasar de puntillas, su partido es independentista y de extrema izquierda y ella sabe que necesita suavizar esas aristas. Es consciente de que si permitiese que el discurso público del partido lo gobernasen los más duros de la UPG, muchísimos de los votos prestados que tiene del PSdeG se les escaparían de las manos.
El BNG es un partido fuerte y asentado en Galicia. Ahora mismo es el lugar común de los nacionalistas y también seduce a un sector moderado de la izquierda que no ve en Ana Pontón a una política ultra que va a meter a los gallegos en los líos que otros líderes soberanistas acostumbran continuamente. Pero mucho tiene que cambiar esta comunidad para que la imagen sosegada y tranquila de la lideresa del Bloque le sea suficiente para asaltar un día el Gobierno de la Xunta. ¿Llegará el día en que dejen a los populares por debajo de los 38 diputados?
Porque, si bien es cierto que el BNG está sólidamente instalado en la sociedad gallega, no lo es menos que el PP lo está mucho más. A Rueda, hasta el momento, no parece que le haya desgastado nada el tiempo que lleva en el poder y su partido tiene equipo suficiente para tener activado a su electorado cada vez que llega una cita con las urnas. Se trata de la famosa maquinaria del PP, reconocida por sus adversarios como un mecanismo muy engrasado.
Todavía no se ha cumplido un año de las últimas elecciones autonómicas celebradas en Galicia. Entonces, en aquel 18 de febrero, Ana Pontón llegó a verse al frente del Gobierno de la Xunta, infravalorando la citada maquinaria popular. La derrota dio la razón a quienes piensan que un partido que necesita esconder parte de su alma tiene un problema serio.
O se es, o no se es.