Totalmente en contra de los grafiteros

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

Ángel Colmenares | EFE

23 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Por qué se les permite?

Daños por más de 600.000 euros han causado unos asociales grafiteros al ensuciar unos vagones en Barcelona. Tan de alabar son quienes en una dictadura, incluso «solo» económica, reclaman sus derechos, como despreciables quienes muestran su necedad ensuciando bienes privados o públicos, que debemos pagar entre todos. A veces actúan incitados por políticos, para distraer y quitar espacios a las justas protestas; por ejemplo, en Madrid, donde incluso ha sido premiado con una placa en su casa y dando su nombre a una plaza un grafitero tan egoísta que solo pintaba su apodo, «Muelle». Alfonso Prada Cano.

 Perdiendo Estado de bienestar 

Empiezo comentando la situación que tenía un país hermano a finales de los años 50. De los estados iberoamericanos fue en el que les citaré donde circuló el primer tranvía, el primer coche, donde se hizo el primer hotel con hormigón armado y aire acondicionado, el mejor país en número de médicos, el segundo país del mundo en emitir televisión en color, el país que más electrodomésticos y coches tenía, poseía una vaca por habitante, el segundo con menos índice de analfabetismo y mortalidad infantil, etcétera.

Todo esto había ocurrido hasta el triunfo de la revolución cubana en 1959. Según Fidel Castro, la revolución iba a cambiar la vida de los cubanos, anunciaba un

Estado de bienestar para toda la población, que 60 años después, es un estado de malestar, donde la pobreza, hambre y suciedad rodea la isla. Habla el presidente Pedro Sánchez y otros presidentes anteriores sobre el Estado de bienestar conseguido en España. Lo ensalzan y hablan de lo bien que lo hicieron ellos mismos frente a los demás. Sin embargo, todos son conscientes que mienten como bellacos. Que haya periodistas que intenten justificar lo injustificable hace mucho daño a su profesión. Soy nacido a principios de los 60, en mi pueblo no había agua corriente y cierto que he mejorado mi calidad de vida respecto a como han vivido mis padres, pero ese «Estado de bienestar» se está diluyendo como un azucarillo.

Nosotros estamos viviendo mucho mejor que nuestros padres, pero nuestros hijos están viviendo mucho peor que nosotros pese a tener una formación muy superior. Lo que me repatea es que los políticos solo están preocupados por salvarse a ellos mismos, no en realizar bien su tarea de gobernanza. Practican un nepotismo brutal, colocando a familiares, a personas afines de sus partidos o sindicatos y viviendo fuera de la realidad social. No tienen contacto con el mundo real. Llevan sus batallas internas por el poder olvidándose de la calle. No, señor presidente. Falta a la verdad cuando nos habla del Estado de bienestar actual porque estamos peor que en los años 80, 90, 2000 y así hasta la crisis del 2008. Poco a poco hemos ido perdiendo calidad de vida como les ocurrió en Cuba y en Venezuela. Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza

 O amor fronte a demencia

A demencia vascular non só afecta a quen a padece, senón que transforma profundamente a vida de quen o rodea. É un visto e non visto, un cambio brusco que rompe dinámicas familiares, chea de incerteza as emocións e altera as rutinas cotiás. É desgarrador ver como alguén que foi un faro de amor e unha guía ao longo da vida se vai esvaecendo en anacos de esquecemento. Doe no máis fondo cando unha persoa que tanto te quixo xa non sabe se te quere, non porque deixara de facelo, senón porque a enfermidade lle roubou esa capacidade.

Esta vivencia vai máis alá do persoal e obríganos, como sociedade, a reflexionar sobre o impacto destas enfermidades. É unha realidade dura e que pon de manifesto unha problemática estrutural: a necesidade dunha mellor xestión dos recursos sanitarios para atender enfermidades neurodexenerativas. Nas demencias o diagnóstico temperán é clave para poder relentizar a enfermidade. A sobrecarga das listas de espera e a falta de acceso á atención adecuada non só afectan ao paciente senón tamén ás familias, que asumen un rol fundamental de coidado, moitas veces sen o apoio necesario. A miúdo non se comprende o sufrimento emocional nin a carga física que soportamos as familias e os coidadores. A falta de recursos especializados e de apoio axeitado pode illar e desbordar ás persoas que, sen descanso, intentan manter o amor no coidado dos seus.

Precisamos máis sensibilidade cara a estas doenzas, pero tamén necesitamos políticas públicas que dean prioridade á investigación. A demencia non só borra recordos, pon a proba a nosa capacidade colectiva para amar e comprender. Silvia Fernández Rodríguez. Valdoviño.