Cada año, cuando se acercan los días navideños se programa la composición sinfónica de Prokófiev, que, escrita en 1936, cuenta la historia de Pedro, un joven pionero soviético que vive con su abuelo leñador en una casa del bosque. Un día sale y deja abierta la puerta del jardín y se hace amigo de un pájaro. ¿Un mirlo o acaso un cuervo? De la casa, y franqueando la puerta abierta, sale un pato. Se va a nadar a un pequeño estanque y comienza a discutir con el pájaro. En ese momento el gato de Pedro deja la casa dispuesto a atrapar al pájaro y al pato, que vuela el primero posándose en un árbol mientras el segundo nada hasta el centro del pequeño lago.
Es entonces cuando se incorpora el abuelo que riñe a Pedro por abandonar el hogar, y le dice que fuera de la casa puede atacarlo el lobo. Pedro le contesta que no tiene miedo pero el abuelo lo mete en la casa cogiéndolo de la mano y, en ese momento, aparece un gran lobo que atrapa al pato y se lo zampa de un bocado.
Pedro lo ve y, desde donde está, se encarama a lo alto de un muro y prepara un lazo corredizo mientras el pájaro distrae al lobo, que es capturado cogiéndolo por el rabo con la cuerda que ata a un árbol. Llegan tres cazadores que, antes de disparar, son convencidos por Pedro para que lleven al animal al zoo. Y hasta aquí el resumen del argumento en modo Wikipedia. Adaptamos la composición y Pedro es de apellido Sánchez; el lobo es el bulo que todo lo encubre, el fango dialéctico, la fachosfera. Ábalos, antiguo ministro y hombre de confianza de Pedro, es el gato que se quería merendar al pájaro y al pato, a Koldo y al «conseguidor» Álvaro Aldama, y, por supuesto, los cazadores son Feijoo, Abascal y Puigdemont.
El cuento tiene su particular moraleja que no es otra que la mentira a la que era muy aficionado Pedro, el protagonista de la fábula. Gastaba bromas muy pesadas a sus vecinos que pueden volverse contra uno mismo. Ejemplo del que tendrá que tomar nota el otro Pedro, el presidente Sánchez, tan dado a «los cambios de opinión», que es otra forma maquillada que tiene la mentira.
«Que viene el lobo» es una amenaza frecuente, lo malo es que en muchas ocasiones el hermano lobo llega de verdad y es muy difícil —cuando no improbable— capturarlo y enviarlo a un zoológico.
Los relatos —sean orales o sinfónicos— están escritos en los cuentos o en las partituras refiriéndose a la realidad más verosímil aunque se encubran con metáforas que van construyendo. Es la moraleja que se desprende de la obra de Prokófiev, que sigue estando de actualidad porque el tiempo transcurrido no ha podido envejecerla.