La desaparición del lirio

José Vicente Domínguez
José Vicente Domínguez CAPITÁN DE PESCA Y MARINA MERCANTE

OPINIÓN

monica ferreiros

28 ene 2025 . Actualizado a las 09:39 h.

Al encontrarme con el alarmante titular: «La misteriosa desaparición del lirio», permítanme que rememore el artículo «La pesca de arrastre entre aguas» en el que me extendía acerca de las posibilidades de pesca de bacaladilla en la zona económica exclusiva de la región noroeste. Después de haber hecho un extenso recorrido por los estudios desarrollados por los principales organismos de investigación españoles e internacionales, amén de la propia experiencia en campañas de prospección y pesca de la abundante bacaladilla entre el Gran Sol e Islandia, me permití entonces (año 2003) hacer una extrapolación de los resultados de aquellas pesquerías a los caladeros gallegos. Esta extrapolación está de actualidad. Consideraba entonces que el escaso tamaño de la bacaladilla que se captura en aguas de Galicia, comparado con los 36 centímetros de la media de las especies adultas, se debe a lo que los investigadores consideran «migración de inmaduros hacia pequeñas profundidades», siendo estos los lirios que mayoritariamente captura la flota gallega.

 Estudios de investigación con medios pelágicos apropiados coincidían en que las grandes concentraciones de la especie se producen cuando el lirio está en una horquilla de edad de entre 5 a 10 años y su longitud promedio es de 36 centímetros. ¿En dónde podemos ver actualmente tales ejemplares? En base a las tallas del lirio que se desembarca en nuestras lonjas, podemos decir que se están capturando especies que no han alcanzado los cinco años de edad.

Por ello, partiendo de que la bacaladilla (lirio, Micromesistius poutassou), en base a abundantes estudios realizados, cuando alcanza la edad adulta es plenamente pelágica, sería necesaria entre los meses de diciembre a mayo una prospección entre la franja de 400 a 1.200 metros de profundidad; solo abordable con redes de arrastre pelágicas o de gran abertura vertical, no inferior a 15 metros de boca, y dejar que crezcan las especies migratorias de aguas menos profundas.

 Es urgente poner en valor esta especie por su calidad más allá del volumen de capturas. Su carne es blanca y sabrosa. Y la posibilidad de su transformación en productos elaborados debe ser tomada en cuenta, en la manera que algunos habíamos iniciado en Ribeira en la década de los 80, cuando el lirio alcanzaba tallas comerciales que se prestaban a tal fin.

En base a los mencionados estudios realizados (no identificados por su prolija enumeración), no creo pecar de profeta si digo que la «misteriosa» desaparición del lirio, afortunadamente, no se debe a su extinción, sino más bien a la natural migración genética de la especie a aguas profundas, en los bordes del talud continental.