Broncano y Motos, nada que ver

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

RTVE | EFE

09 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya está dicho. La lucha entre Broncano y Motos por los restos de la escasa audiencia televisiva convencional que queda es la pelea entre las dos Españas. Broncano llegó como el rostro de Sánchez para frenar a Motos como la cara de Feijoo. Estos programas se hacen ya más para su repercusión troceados en redes que para la hora nocturna de emisión. Pero el combate está ahí. A mí me parecen completamente distintos. Broncano hace unas décadas hubiera sido un dos caballos. Pablo Motos, sin duda, en esa misma época, hubiera sido el típico Mercedes de constructor. Hoy, David Broncano sería una autocaravana, con toda la pandilla a bordo, y Motos representa claramente un Audi de esos enormes, el más grande, un A8, impoluto y serio.

Broncano juega con el sueño del periodista. Hacer una entrevista sin tener ni idea de a quién entrevista y para qué. Pablo Motos tiene milimetradas las preguntas y hasta a las hormigas. David pretende ser todo desparpajo e improvisación. Y Motos no se sale del guion ni para estornudar. Hasta cuando entrevistan a los mismos personajes, a Alejandro Sanz, que se atrevió a proponerse como mediador, los dos siguen líneas distintas. Pero David hace muy mal en caer en los entrevistados de ese tipo. Se aleja de los rostros nuevos y el aire fresco que traía desde La resistencia. ¿Qué tiene Alejandro Sanz, hoy en día acartonado producto comercial, de resistencia o de revuelta? Lo mejor de David es esa naturalidad asombrosa que tiene para salir de cualquier situación. Lo mejor de David en las uvas fue Lalachús, que se salió del mapa. Arrolló. Esos descubrimientos, como el ya famoso de Grison, son los que hacen que Broncano no tenga nada que ver con Motos.

Uno se los imagina en el colegio de pequeños. Motos era el hiperactivo que tenía todo controlado. Que llevaba en la libreta un horario subrayado con colores para las asignaturas y los deberes. Y David era el caos controlado, el simpático que caía bien a todo el mundo y que no sabía ni qué clases tocaban ese día. Motos, el que se esforzaba en ser el enrollado, el líder que se fabricaba a sí mismo. David, el que era el enrollado, sin más.

Hoy compiten en la decaída televisión. Hasta que se acerquen las elecciones, sean cuando sean (en el 2027), no veremos para qué pusieron ahí a Broncano. Todos recordamos las dos entrevistas a Feijoo y a Sánchez que hizo Pablo Motos en los anteriores comicios. En ambos casos, el antiperiodismo. A Sánchez le faltó faltarle. A Feijoo le sobró darle un abrazo. Cuando haya que ir a urnas, fascina pensar cómo serán las dos entrevistas de Feijoo y Sánchez en La revuelta. David seguirá sin preparar nada. Y a ver a quién le favorece que se ponga a tocar el bombo de España. Mientras, seguimos asistiendo en directo o a través de las redes a esa lucha en un hipotético barro, con las picadas que se dedican los dos. Broncano quiere que lo vean las yayas. No creo que las abuelas del país sigan mucho a Motos. Si lo hacen, se quedan dormidas fijo. David tiene que seguir apostando por el desbarre que lo hizo famoso. Motos, no me extrañaría que cualquier día tenga una cadena de restaurantes con su nombre, si es que ya no la tiene.