
Impresiona ver el rostro de alguien que vivió en la península ibérica hace más de un millón de años. Solo son huesos fosilizados, pero nuestra mente es capaz de dar alas a la imaginación y recrear el aspecto extraño y primitivo de un ser humano que nos envía su mensaje desde el pasado. Recuerdo muy bien la mirada incrédula y feliz de Edgar Téllez, el estudiante de doctorado que encontró el primer trozo de hueso de aquella cara petrificada y escondida entre los sedimentos arcillosos de una cueva enorme y profunda de la sierra de Atapuerca. Poco a poco, con infinita paciencia, la parte izquierda de la cara fue tomado forma a medida que se recuperaban los huesos del pómulo y la mejilla. Antes de que llegaran las preguntas científicas la alegría por aquel hallazgo inundó los corazones de quienes formábamos parte del equipo de excavación de aquel verano de 2022. Eudald Carbonell y quien firma estas líneas, sabíamos de sobra que sería nuestro último descubrimiento al frente de las excavaciones antes de retirarnos. En un momento de inspiración y, sin duda, de nostalgia, Eudald propuso que aquella cara fuera conocida desde entonces como Pink.
—¿Por qué ese nombre?, pregunté.
—¿Recuerdas el álbum de grupo de rock británico Pink Floyd, «The dark side of the moon»?
—!Claro!, el lado (la cara) oscuro de la luna. Hemos encontrado una cara que lleva oculta a la vista desde hace miles de años.
Era el apodo perfecto, que además nos recordaría a Rosa Huguet, una de las investigadoras del equipo y coordinadora de las excavaciones del yacimiento durante más de veinte años; en inglés, rosa es pink.
Pero, ¿a qué especie humana pertenecía Pink? A poco más de 200 metros de aquella cueva (Sima del Elefante), el yacimiento de otra gran cueva (Gran Dolina) había proporcionado desde 1994 los restos de una nueva especie del género Homo: Homo antecessor. Su antigüedad era menor (850 000 años) y su estudio morfológico y molecular revelaba que había dejado su huella genética en los neandertales y en nuestra propia especie. Como hipótesis de trabajo, proponíamos que Homo antecessor habría llegado a Europa occidental hace menos de un millón de años, quizá procedente de Próximo Oriente, donde una población madre habría originado la morfología moderna de los humanos más recientes, como los neandertales o nosotros mismos. Si la cara de Pink era como la de Homo antecessor habríamos errado en nuestra hipótesis y nuestro castillo de naipes se vendría abajo. Tendríamos que revisar toda nuestra teoría. Así es la ciencia.
La cara de Pink fue reconstruida de manera artesanal y con programas informáticos. Su estudio fue laborioso y nos reveló que hace más de un millón de años vivió en Europa occidental una especie humana, de origen desconocido, claramente diferente a Homo antecessor y con rasgos faciales similares a los de los especímenes contemporáneos de África y Eurasia incluidos por muchos colegas en la especie Homo erectus. La denominación científica Homo affinis erectus, significa que la variabilidad morfológica de Pink podría encajar en la de Homo erectus. Como alternativa y con información adicional, Pink podría ser incluida en el futuro en una nueva especie europea. Tiempo al tiempo.