A la ministra Bibiana Aído le gusta el fútbol, y ayer, en su primera visita oficial a Ourense, se confesaba encantada por el resultado del partido contra Alemania porque, según explicó, además del alegrón patrio lógico, había ganado una porra acertando el resultado exacto del partido. Y hasta se animó a hacer un pronóstico para la cita del domingo: «nos volverá a tocar sufrir, pero ganaremos», sentenció. La frase, viniendo de la responsable de un departamento destinado a la mujer, es casi un resumen histórico y a la vez una premonición de futuro para este segmento de la población, por mucho que ayer su visita se justificase con un plan para mejorar el empleo femenino en Ourense.
Ojalá cuaje, porque falta hace y mucha. Porque lo que está claro es que, en estos tiempos en los que la realidad nos da en las narices con expedientes de regulación de empleo y cierres de empresas en el ya pobre tejido industrial de la provincia, no es fácil mirar con optimismo un plan de formación para animar a las mujeres a establecerse como autónomas o crear sus propias empresas.
Y si a lo anterior sumamos que la diferencia entre el paro femenino y masculino en Ourense es 20 veces superior a la del resto del país (lo explicó Laura Seara cuando firmaba otro acuerdo similar al de hoy en Amoeiro), la situación es como para echarse a temblar. Porque es difícil de creer que precisamente ahora, de repente, al empresariado ourensano le entre la fiebre de contratar solo mujeres. Pero la ilusión es un gran motor. El mejor. Que se lo digan a los aficionados al fútbol. Así que ojalá Aído acierte, y no solo en el resultado del partido del domingo -que también- sino en el plan de empleo. Ojalá muchas ourensanas que han quedado sin trabajo con 45 años o más, o se acaban de separar y se encuentran con la obligación de sacar adelante a sus hijos en solitario, puedan contarlo (el éxito, digo) dentro de algunos meses.