El Celta se topó con el Granada. Los andaluces propusieron un partido trabado y los gallegos fueron incapaces de cambiar el guión ni adelantándose en el marcador en el arranque del segundo tiempo. Con Trashorras apagado, y sin un jugador que diese luz a su juego, el Celta no consiguió desarrollar un fútbol fluído en ningún momento. Se marchó al descanso sin haber creado una sola oportunidad y cuando Aspas abrió las puertas del triunfo con otro gol para su pinacoteca de tantos soberbios, su equipo permitió una contra letal que aprovecharon los de Fabri para empatar. Con el partido en el escenario de partida tan solo un par de ocasiones pusieron en entredicho unas tablas que parecen escritas. Las dudas han llegado con la primera etapa de montaña.
El Celta no encontró el camino de la portería andaluza en ningún momento. Porque se perdió en una maraña de pases horizontales, porque no tuvo claridad de ideas, porque estuvo más pendiente de no perder el esférico que de arriesgar un pase y porque le faltó ritmo y continuidad en el juego de ataque, pero también porque el Granada se plantó con nueve defensas, muy bien colocados, y se olvidó de todo lo demás. Por momentos quiso el balón, pero como estaba escrito en el guión, lo suyo fue acantonarse más allá del medio campo y esperar el fallo del rival.
La apuesta le bastó para que los vigueses se fuesen sin ninguna oportunidad que llevar al debe en el libro del partido. Dos disparos de Trashorras que no cogieron portería y un par de pases entre líneas, sin destinatario, de Iago Aspas fue todo el rédito.
El segundo tiempo arrancó con idéntico atasco, hasta que apareció el mago Iago Aspas. De una jugada sin sustancia en el frontal del área, en el pico derecho, sacó una rosca con la zurda que se coló por toda la escuadra. De la nada fabricó un gol. En teoría, lo más difícil dada la escenografía de partido.
Contra fatídica
Debería ser, en teoría, el tanto que aclarase el panorama para el Celta, pero los vigueses permitieron una contra de tiralíneas del Granada con remate de Álex Geijo tan solo seis minutos después devolvió el empate al marcador.
En un suspiro el partido volvió al escenario anterior. Con Trashorras desaparecido, sin un pase a derechas, sin profundidad y con el rival agazapado sin sufrir lo más mínimo. Lo único que alteró la monotonía fue la lesión de Falcón que posibilitó el debut en Liga de Yoel.
El panorama plano tan solo se animó a última hora con la entrada de Dani Abalo, que desde la derecha le dio un poco de vida a su equipo. Sacó un par de centros, realizó un par de jugadas con ingenio y en una de ellas Iago Aspas no pudo cabecear con dirección un centro un tanto pasado. Poco después fue Michu quien lo intentó con un tiro colocado que obligó a Roberto a dejar su sello como portero de categoría.
Y aunque los vigueses, espoleados por su público, murieron en el área del rival no hubo más. El punto sirve para seguir en la zona de ascenso pero el Celta no aprobó su primera etapa pirenaica. De entrada, un motivo de preocupación.