Los derrumbamientos de taludes son un mal endémico en las carreteras de la comunidad autónoma gallega pero de un tiempo a esta parte se han cebado especialmente con la N-120. Conocida oficialmente como la Logroño-Vigo, a su paso por la provincia de Ourense el trazado de esta antigua carretera se ha convertido en un tramo extremadamente peligroso para los usuarios al haber registrado en los últimos nueve meses cuatro desplomes que han llegado a provocar graves accidentes de circulación, incluso con heridos. Todo ello además del perjuicio que esos incidentes acarrean a los centenares de conductores que cada día transitan por la principal vía de comunicación entre la capital ourensana y Monforte. De un tiempo a esta parte, los usuarios de esta carretera se han tenido que adaptar a los continuos cortes y desvíos que sufre la carretera, con el consiguiente retraso en sus desplazamientos.
La frecuencia e intensidad de las precipitaciones que han caído en Ourense en los últimos meses estarían detrás, según los técnicos, de los continuos desmoronamientos en los taludes de la carretera. Desde octubre, han sido tres los desprendimientos de piedras y tierra que han provocado problemas para los conductores. Antes, en el mes de marzo, se había producido una situación similar.
En un tramo de 12 kilómetros
Parece además no ser fruto de la mera casualidad que todos los derrumbamientos más recientes se hayan registrado en un tramo de menos de quince kilómetros, siempre entre la capital ourensana y Os Peares. La carretera que transcurre entre los kilómetros 551 y 563 ha sido escenario de los cuatro incidentes.
Precisamente, el talud que se encuentra en el tramo comprendido entre los kilómetros 551 y 558 fue reparado hace tan solo dos semanas, tras el desprendimiento de tierra y piedras que tuvo lugar en la noche del 24 de diciembre. Durante dos días los dos carriles de la calzada permanecieron cerrados a la circulación, al objeto de reforzar el barranco.
Ahora la situación podría volver a tener que repetirse, tras el suceso registrado a solo cinco kilómetros de allí en la madrugada del pasado domingo. De nuevo los conductores volverán a ser los únicos perjudicados por las obras de limpieza, que empiezan a ser preocupantemente frecuentes.