¿Decirle que no a Tarantino?

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE

SERGEI ILNITSKY

«¿Es posible decirle que no a Dios? Esto es lo primero que pensé al salir de ver Érase una vez en... Hollywood.»

21 ago 2019 . Actualizado a las 10:17 h.

Últimamente no para de salirme al paso la frase «Es difícil decirle que no a Dios». Desde luego, la connotación y la fuerza con la que resuena en mi cabeza es distinta y contraria a la que le dio McCarthy para el guion de Spotlight. ¿Es posible decirle que no a Dios? Esto es lo primero que pensé al salir de ver Érase una vez en... Hollywood. Tras casi tres horas mal sentada y con la boca entreabierta mientras veía la última película de Tarantino, solamente podía pensar en cómo narices se podría criticar de forma negativa una de sus películas. Concretamente una en la que, para mi goce personal -y el de más de la mitad del planeta, seguro- juntó en un mismo proyecto a dos ídolos del cine de nuestro tiempo. Dos virtuosos de la interpretación trabajando a las órdenes del maestro maniático y cinéfilo empedernido. Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, todo lo que pueda decir después de esto, sobra. Margot Robbie, Al Pacino... hasta el pitbull que interviene es brillante. Tarantino sigue atreviéndose a hacer lo que le da la gana hasta el punto de dejar dos horas de lado la sangre para, llegado el momento, bombardear al espectador con las escenas más salvajes de las que es capaz. No necesita demostrar nada, solo trabaja meticulosamente en la mayor de sus aficiones y eso se puede percibir. Desde luego es imposible decirle que no a Quentin. De fondo, la historia del monstruo Charles Manson para darle la vuelta y obviarla. Para advertir a quien está observando cada uno de los planos que él mismo teje, de que el mundo está repleto de fortuna y de fracaso y, a veces, incluso, ambas versiones conviven, se pelean y hasta se aman. Ahora lean las páginas que rodean a esta y díganme si esto no es así.