«No pude hacer nada», alega un ganadero acusado de dejar morir de hambre a su ganado
OURENSE
El acusado atribuye la muerte de sus ovejas y cabras a la basquilla, pero en la nave no había comederos ni bebederos
04 mar 2020 . Actualizado a las 19:34 h.El 26 de marzo del 2018 dos agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza entraron en una nave de A Lama, Piñor, alertados por el fuerte olor que salía del interior. Los había avisado la policía local de Barbadás por la presencia en el pueblo de cinco mastines que deambulaban y parecían abandonados, así que al ir en busca de los animales se toparon con la nave. Desde fuera observaron una cabra tirada en el suelo, por lo que empujaron la recia puerta de la instalación para ver si estaba viva y precisaba quizás ayuda. No solo estaba muerta, sino que junto a ella los agentes encontraron un cementerio de animales en el que contaron 38 esqueletos de cráneos de pequeños rumiantes, cabras y ovejas, además de otros dos animales cargados en un tractor, en estado de descomposición.
Un escenario de horror que habría sido causado por el propietario de las reses, Agustín M. B., quien ante el juez alegó no haber podido evtar las defunciones de sus animales. «Empezaron a morir y no pude hacer nada», aseguró a preguntas de la fiscala, que le imputa un delito continuado de maltrato animal por el que reclama una condena de 18 meses de prisión. Atribuyó el acusado la muerte de su cabaña, que en octubre del 2017 estaba integrada por 45 cabras y 21 ovejas, a la tuberculosis y la basquilla, una dolencia común en el ganado, así como a «envenenamientos» que no pudo justificar. «Un día morían diez y al otro seis y al otro el resto», explicó el imputado, de 29 años, quien ya en 2017 había estado investigado por hechos relacionados con el cuidado de animales, por la explotación que había dirigido en Nogueira de Ramuín, de donde se llevó algunos animales a Piñor, sin solicitar la autorización administrativa para ello.
Aseguró el acusado que cuando llegó a la nave de Piñor y vio a sus reses muertas, cargó dos de ellas en un tractor, si bien se vio «superado emocionalmente» por la situación y optó por abandonar la instalación. «Me encantan los animales, a esas ovejas las había criado yo», aseguró, recordando que había comenzado su actividad con 200 cabezas, de las que cada año fallecían entre 50 y 60. «Llamaba al veterinario pero no lograban salvar a los animales, no me daban una razón clara de lo que pasaba», alegó, si bien la fiscala aludió a que ninguno de esos profesionales acudió al juicio a declarar ni tampoco se aportó documento alguno que justificara esas visitas.
No había agua ni comida
Sí visitaron aquella nave de los horrores dos veterinarios, que acudieron tras el hallazgo de las reses muertas en marzo del 2018. Ellos tienen otra teoría sobre las causas de la muerte. «En la nave no había ni bebederos ni comederos», explicó uno de los profesionales, que citó la «inanición» como causa de la muerte de los animales, que fue paulatina dado el estado en el que se hallaron los cadáveres, unos más deteriorados que otros. Este profesional también constató que las reses estaban encerradas y que «se comieron hasta los arbustos» ante la ausencia de otro alimento. Otra profesional que acudió a la nave, en la que antaño hubo una explotación avícola, explicó que no se pudo hacer necropsia porque «no había otra cosa que pieles y huesos» y recordó que hallaron en la zona algunos huesos cortados por una máquina rebarbadora. También se constató que los perros, aquellos mastines que habían sido vistos por el pueblo, se habían comido algunos animales, ya que se hallaron crotales en sus heces. A preguntas de la defensa esta profesional reconoció que en la nave había medicinas para tratar la basquilla, si bien calificó de extraño que todas las reses hubieran muerto de eso.
Los dos guardias civiles que encontraron las reses, aseguraron que ya conocían al acusado de otras actuaciones anteriores, y que en una conversación informal, que no se tendrá en cuenta para la sentencia, les había llegado a confesar que «había tenido depresión y se había aburrido».
Así las cosas la fiscal solicitó condena para el ganadero, reclamando además que quede inhabilitado durante 4 años para trabajos relacionados con los animales. La defensa, por su parte, aludió a la imposibilidad de aclarar de qué murieron los animales, asegurando que su cliente «sería el primer ganadero que encierra a sus animales para que mueran». Pide la libre absolución.