«Siempre va a haber racismo, pero a mí no me ha tocado notarlo»

OURENSE

Oskar Ruan llegó a Ourense a los 15 años
Oskar Ruan llegó a Ourense a los 15 años Miguel Villar

Chinos residentes en Ourense explican que no han celebrado el Año del Buey tras doce meses marcados por el covid

12 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta complejo explicar cómo se decide en qué fecha empieza el Año Nuevo Chino. Se trata del día de luna nueva más cercano al punto intermedio entre el equinoccio de primavera y el solsticio de invierno, y por ello, cada vez cae en una fecha diferente. En este caso, ayer la comunidad china se despedía del año de la rata -que prácticamente ha coincidido con los fatídicos meses del coronavirus- y le da la bienvenida al año del buey.

Esta festividad, también llamada Fiesta de la Primavera, ha cambiado mucho para los chinos que ahora residen en Ourense. En algunos casos, como el de Weilian Xia, se trata de un problema logístico. Existe una tradición china que dicta que, para traer suerte y abundancia a una casa, se debe colocar un cartel rojo en la puerta, sobre el cual se escribe el carácter chino de suerte. Sin embargo, la familia de Weilian asegura que, desde que está en España, nunca ha encontrado los carteles adecuados.

Weilian regenta el restaurante Gran Pekín de la capital
Weilian regenta el restaurante Gran Pekín de la capital Santi M. Amil

En otros casos, las tradiciones han tenido que cambiar para sobrevivir. Una de ellas -la de entregar a los más jóvenes de la casa un sobre rojo que contiene dinero- se realiza hoy de modo digital, y otra, la de cenar en la víspera del año nuevo platos como el «nian gao» -un pastel de arroz glutinoso- se ha occidentalizado. Es el caso de Oskar Ruan, quien asegura que suele pasar el Año Nuevo en compañía de sus amigos chinos residentes en Santiago. «Antes comíamos más platos tradicionales chinos, pero ahora nos hemos pasado al marisco».

Y a pesar de los grandes festejos a los cuales está acostumbrada, a la comunidad china de Ourense no le ha quedado otra que empezar este año de la mano de las restricciones por la situación sanitaria.

Tanto Oskar como Weilian han entrado al Año Nuevo en sus casas, limitando la cena de ayer a personas convivientes. Weilian ha tenido que romper con la costumbre de realizar una gran reunión familiar: «Siempre cenamos todos juntos, pero este año ni siquiera vamos a celebrarlo en casa. Solo pensaremos en ello». Y Oskar, que esta vez cenó solo, piensa en poder celebrarlo una vez la situación sanitaria haya mejorado. «Cuando levanten las restricciones, si se puede, organizaré una cena con mis padres y mis tíos. Llevamos sin vernos desde antes de Navidad», explica.

«Parecía de ciencia-ficción»

Que el origen del covid-19 estuviese en China ha causado controversia en todo tipo de conversaciones a lo largo de los últimos meses. A Oskar Ruan le tocó vivir el inicio de la pandemia, como a casi todo el mundo, de un modo extraño y fácil de recordar. Sus padres, que llevan quince años viviendo en O Carballiño, siempre han vuelto a China para celebrar el Año Nuevo: «Son ellos, los mayores, y no nosotros, los que de verdad disfrutan estas fiestas». Por ello, el año pasado, la declaración mundial de la emergencia sanitaria por parte de la OMS los pilló en Wenzhou, su ciudad de origen: «Tuvieron que adelantar el billete de avión y venir en el último vuelo antes de que lo prohibieran. Aquello pareció de ciencia-ficción».

Y aunque Oskar admite que cuando lee las redes sociales se encuentra con comentarios de todo tipo, asegura que no le importa demasiado: «Hay gente que, cuando sale alguna noticia sobre la pandemia, siempre nos echa la culpa a los chinos». «Al final, todo el mundo tiene derecho a opinar lo que quiera. Siempre va a haber gente racista, pero a mí no me ha tocado notarlo a nivel personal», explica.

De hecho, Oskar asegura que, desde que el covid-19 forma parte del día a día, los ourensanos no le han mostrado rechazo ni malas palabras por ser de origen chino: «No sé si es por el ambiente en el que me muevo, pero nunca me han dicho nada a la cara».

Algo similar le ocurre a Weilian Xia, quien asegura que el virus no entiende de nacionalidades, sino de otras cosas: «Lo realmente importante es tener cuidado. Nosotros en el restaurante siempre usamos mascarilla y gel hidroalcohólico».