Políticos impuntuales

Miguel Ascón Belver
Miguel Ascón A LA CAÍDA

OURENSE

17 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Me molesta mucho la impuntualidad. Mi obsesión por llegar a la hora convenida se debe, seguramente, a la influencia de mi padre. Cuando nos íbamos de viaje, siempre salíamos con media hora extra de margen. «¿Y si pinchamos por el camino, ¿qué?», decía mientras apuraba a todos los miembros de la familia para subirse al coche.

A mí me gusta llegar a la hora en punto, ni más ni menos. Porque llegar demasiado temprano tampoco está bien. Nunca me olvidaré cuando acababa de empezar en el oficio y Manuel Fraga, entonces presidente de la Xunta de Galicia, convocó a los medios para la inauguración de una nave industrial en O Barco de Valdeorras. Llegó antes de tiempo y, cuando aparecí yo, el acto ya estaba casi terminando. Hasta entonces, a Fraga solo lo había visto por la tele y no sabía de su excesiva puntualidad, pero después los compañeros me explicaron que ese era su modus operandi habitual.

Va en el carácter de cada uno, supongo. Unos políticos prefieren llegar los primeros y otros, hacerse de rogar. No tiene mayor importancia, más allá del cabreo que provocan los que son especialmente tardones. El problema es más grave cuando esa pereza se traslada también a su gestión de lo público. Por eso me chirría que haya quien se atreva a presumir de la licitación del primer tramo de la variante norte como si fuese un gran logro que ese trámite haya tardado en cumplimentarse 25 años, un período en el que pasaron por La Moncloa cuatro presidentes de distinto signo político. Eso sí que es llegar tarde.