Fallece el ourensano Eloy Tato Losada, el obispo más longevo del Concilio Vaticano II
OURENSE
Los vecinos de Valdeorras despedirán este viernes al hombre de carácter alegre y tranquilo que en 1960 se convirtió en el obispo más joven del mundo
19 ene 2022 . Actualizado a las 13:57 h.La vida del ourensano Eloy Tato Losada, que falleció este martes 18 de enero en el hospital de O Barco de Valdeorras a los 98 años, está cargada de hitos históricos: era el único obispo que quedaba vivo de entre los que participaron en el Concilio Vaticano II, pero también se convirtió en su día en el obispo más joven del mundo en 1960, cuando con tan solo 36 años se hizo cargo de la diócesis de Cardicio, en Colombia. También fue el primer titular de la diócesis de Magangue, creada por el papa Pablo VI en 1969 y en la que se mantuvo hasta que en 1994 se aceptó su renuncia por motivos de salud. Volvió a su tierra natal. Pero por encima de esos hitos monseñor Eloy Tato Losada fue un hombre de una profunda bondad, de carácter alegre y tranquilo, que será recordado con especial cariño entre los vecinos de Viladequinta, el pueblo de Carballeda de Valdeorras donde nació en 1923 y en el que ha vivido desde que regresó tras su dimisión como obispo en Colombia hasta su fallecimiento. El historiador Isidro García Tato, miembro titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Centro de Estudios Padre Sarmiento, recordaba ese vínculo de especial afecto de los vecinos de Viladequinta. «Mi más sentido pésame a todos sus familiares, a las Hermanas Misioneras Catequistas que con tanto cariño lo cuidaron, y a todos mis convecinos de Viladequinta, que siempre respetamos, quisimos y nos sentimos muy orgullosos de nuestro don Eloy, como reza la placa en la fachada de su casa», decía en un mensaje a través de redes sociales. También le recordarán en la zona de A Veiga, donde tras recibir la ordenación sacerdotal en 1946, atendió las parroquias de Alberguería, Meda, Prada, Riomao, Curixido y Vilaboa.
La huella de monseñor Eloy Tato, no obstante, seguirá presente más allá de las fronteras de su tierra valdeorresa. Desde el Obispado de Astorga (diócesis a la que pertenece esa parte de la provincia ourensana) lamentaba también su pérdida recordándole por su larga trayectoria al servicio de la Iglesia como un hombre de fe profunda «trabajador infatigable que amaba a la Iglesia y buscaba incansable obreros para la viña del Señor; un hombre generoso y pobre que no se reservó nada para sí». Pese a su carácter pacífico, su larga trayectoria, que se inició con su consagración en 1953 al Instituto Español de Misiones Extranjeras, ha dejado no solo muestras de esa capacidad de trabajo, sino también de su determinación y valentía, que le llevó incluso a enfrentarse a un grupo de terroristas en Colombia que llegaron a encañonarlo en una ocasión. Muchos le despedirán en el país andino, donde ejerció la mayor parte de su trayectoria misionera, como sacerdote, como profesor y más tarde como obispo; pero también lo harán en Valdeorras. La iglesia de Santa Rita, en O Barco acoge este viernes, a las 12.00 horas, su funeral.