Los niños ucranianos acogidos en la provincia de Ourense empiezan a ir al colegio
OURENSE
Algunas familias de refugiados ya están alojadas en pisos
23 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.«Estábamos muy preocupadas porque era el primer día, no saben el idioma y todo es nuevo para ellos. Pero cuando fuimos a recogerlos y los vimos que estaban felices, nos alegramos mucho y nos tranquilizamos». Así cuenta Irina cómo han vivido ella y Masha, dos de las madres ucranianas que llegaron a Maceda el pasado 13 de marzo, el primer día de colegio de sus hijos Maxim y Gene. Los pequeños, de 8 y 9 años, ya saludaban y se presentaban dando su nombre en un más que correcto castellano por la tarde. Algo habían entrenado en días anteriores con la ayuda de Carlos Parra y César Mantilla, que ejercieron de anfitriones en el hotel monumento Castillo de Maceda, donde fueron alojados nada más llegar con la expedición solidaria liderada por el alcalde de este municipio, Rubén Quintas.
Por lo que los niños contaron a sus madres, esa primera jornada escolar fue bastante agradable. «Aunque no saben bien el idioma se adaptaron porque ya conocían a algunos niños. Durante esta semana han jugado con ellos en el parque y los profesores han sido muy cariñosos con ellos», matizan. Los pequeños refugiados ucranianos echaron mano también de una aplicación móvil de traducción simultánea para hacerse entender. No es, dicen sus progenitoras, la situación ideal pero confían en que las circunstancias mejoren.
«Ellos no tienen la culpa de la guerra en su país, pero es lo que hay y se adaptarán. No hay otra opción. La situación ahora es tal que necesitan aprender a vivir una nueva vida, con un nuevo idioma y nueva gente», cuenta Irina, que explica que el director del centro les comentó «que les darían material escolar en ucraniano para que se adaptaran lo más pronto posible a la situación».
También ellas intentan adaptarse a su nueva realidad. Irina y Masha viven desde el sábado en un piso con sus hijos y con las otras dos mujeres que fueron inicialmente alojadas en el castillo de Maceda: Katia, cuñada de la primera; y Nathassa, madre de la segunda. Las dos familias son de la misma ciudad, Irpín, cerca de Kiev. Inicialmente no se conocían. «Pero ahora no querían separarse, se han unido mucho», explican Carlos y César, que siguen ejerciendo de anfitriones y acompañándolas en este proceso de adaptación pese a haber finalizado oficialmente su papel como acogedores de emergencia en el hotel.
«Somos ya una gran familia y estamos muy cómodas aquí. Nuestro hogar está en Ucrania, pero en la medida de lo posible hicieron que nos sintiéramos como en casa y estamos muy contentas», dice Irina. Y todas la secundan definiendo a sus protectores como «muy buenas personas». Su agradecimiento se hace extensible a todos los vecinos de Maceda y de forma muy especial, a quienes las trajeron. «Nos gustaría dar especialmente las gracias al equipo de rescate que ha estado con nosotras tres largos días para traernos aquí, al alcalde y al resto del grupo. Ese era un camino difícil para nosotras, pero nos apoyaron e hicieron todo lo posible para que el viaje fuera fácil», dice Irina.
«Aquí estamos tranquilas. No hay disparos, no tenemos que escondernos en refugios antibombas. Vivimos para nuestros padres y esposos que se quedaron en Ucrania», añade Katia.
Cuentan, emocionadas, que de momento han podido contactar con ellos cada día. También se emocionan al hablar de sus nuevos vecinos y de cómo tratan de ayudarlas en la calle o la tienda. «Nos han recibido tan cálida y sinceramente... Es muy bonito. Queremos aprender el idioma para poder entendernos. Todavía no lo conseguimos, pero lo estamos intentando», añaden.