Luis Soria Montero: se van más de seis décadas de la intrahistoria más entrañable del fútbol ourensano

M. Rodríguez OURENSE

OURENSE

Descubridor del portero Miguel Ángel; entrenador de muchos equipos; delegado y presidente de la asociación Afiador, su talante personal y su bonhomía son lo más recordado en Ourense tras su fallecimiento a los 87 años

30 mar 2022 . Actualizado a las 23:16 h.

Se fue Luis Soria Montero. El entrañable exentrenador ourensano, delegado y todavía, a sus 87 años, presidente de la asociación de entrenadores Afiador. Hasta el último día estuvo activo, amable y sonriente como siempre. Deja una legión de amigos, en el fútbol, que fue su pasión hasta el final, y en el ámbito sanitario como trabajador que fue de la Seguridad Social durante más de cinco décadas. 

«Era una persona muy humana, tenía innumerables amigos en todas partes, pero sobre todo en la ciudad, en el casco histórico», destaca Mario Guede, concejal de Deportes y que le acompañó durante los últimos treinta años en la asociación Afiador, que ambos crearon junto con Alfonso Vilachá y por la que han pasado entrenadores y otros profesionales del fútbol de gran prestigio para formar a los técnicos ourensanos.

Su pasión por el fútbol le llevó a protagonizar una etapa como jugador, concretamente como portero, pero una lesión traumática en el riñón que sufrió jugando en Ponteareas el 27 de marzo de 1959, le obligó a dejar la práctica. Estuvo entre la vida y la muerte y más de un mes hospitalizado con 19 años a causa de ese problema. Pero eso no le amilanó y comenzó otra fructífera etapa como entrenador. Dirigió a la Agrupación Deportiva Couto, descubrió al talentoso portero Miguel Ángel González, al que encaminaría a probar por el Real Madrid, donde se quedó.

Pasó por numerosos equipos, entre ellos el Sporting Celanova, al que ascendió a Tercera División, en los años en que esta categoría era la tercera nacional, y lo clasificó para jugar la Copa del Rey. Entrenó también al Cortegada, al Ponte Ourense, al Verín, al Ribadavia y, en el 2008, ya con 73 años, al Muíños.

Durante dos décadas fue entrenador del Atlético Ourense, recuerda Guede, y por sus manos pasaron infinidad de jugadores. También colaboró con las sucesivas directivas que tuvo el primer equipo de la ciudad, el Club Deportivo Ourense, y fue delegado, con Manolo Rois como presidente, en la temporada en la que el club se midió al FC Barcelona en Copa del Rey en O Couto y en el Nou Camp. «Era una persona a la que todo el mundo quería», resume Guede.

De aquellos años como entrenador y delegado, atesoraba numerosas anécdotas, que compartía en momentos de complicidad con la gente del fútbol. Su trato especial con los árbitros que venían a la ciudad a pitar los partidos o episodios con jugadores que forman parte de la pequeña historia del fútbol ourensano. Manolo Rois explica que fue Soria fue delegado del primer equipo en sus cinco años como presidente del CD Ourense. Lo recuerda como «una persona tranquila, que apaciguaba los problemas que se presentaban. Todos los árbitros adonde íbamos lo apreciaban. Nos apreciábamos mucho y nos entendíamos muy bien. Fue un enamorado del fútbol y en la asociación Afiador, hasta su último momento, con su ilusión y el tesón que le ponía conseguía que le fueran a dar las charlas aquellos a quienes llamaba».

Entre 1971 y 1985, colaboró altruistamente con el psiquiátrico de Toén, adonde subía por las tardes para ofrecer actividades de gimnasia a los pacientes. También regentó una cafetería con su mismo nombre, en la calle Concejo, que era punto de encuentro para la gente del deporte.

Hombre polifacético

Como trabajador de la Seguridad Social -comenzó como botones del Instituto Nacional de Previsión a los 14 años- desarrolló una larga carrera que culminó como jefe de personal en el centro de salud de Ribadavia. Rosendo Luis Fernández le conoció en 1993 cuando era gerente de Atención Primaria. Recuerda que recibió una queja sindical por el lavado de ropa en el ambulatorio de Ribadavia. El propio Soria pidió ver al doctor Rosendo para explicar qué había ocurrido: entrenando al Cortegada, la ropa de sus jugadores había quedado sucia y embarrada y él había decidido llevarla para lavarla en su casa pero se la olvidó en el maletero. «Había un olor... la lavé y la sindicalista la vio tendida», justificaba ante su superior. Entonces se hicieron amigos. 

La humildad, bonhomía, su educación y saber estar como persona servicial dejaron huella en quienes le conocieron y forjaron una figura pública ligada para siempre al deporte ourensano. En el año 2015 recibió un homenaje del fútbol ourensano. La Secretaría Xeral para o Deporte lo distinguió con la medalla al mérito del deporte y la Federación Galega de Fútbol con el carné de colegiado de honor del Comité Galego de Entrenadores.

Ourense lo despide en el tanatorio As Burgas y su funeral se celebrará este jueves en la iglesia de Santo Domingo de Ourense a las 16.30 horas.