Desde Ourense se organizaron varias caravanas solidarias para enviar material y recoger a quienes huían de la guerra
01 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La provincia de Ourense volvió a mostrar su capacidad solidaria con la explosión de la guerra en Ucrania. El jueves 10 de marzo ya estaba en la frontera con Polonia la primera comitiva con ayuda humanitaria fletada desde el Concello de Maceda y en la que participaron el alcalde, voluntarios de Protección Civil y bomberos, con el objetivo de regresar con los primeros 24 refugiados. Llegaron el día 13 y por el camino se cruzaron con tres chóferes de la empresa La Montañesa que hacían el recorrido inverso, con seis toneladas de ayuda en las bodegas recogida por Cáritas de varias parroquias tanto de la comarca de O Carballiño como de la ciudad. El lunes 14 salió la expedición SOS Ternópil Galitzia con 30 toneladas de ayuda y el objetivo de traerse de vuelta a 96 refugiados. Llegaron el día 20 y se repartieron inicialmente entre el Seminario Menor de Ourense y los espacios habilitados para ellos en los concellos de Trives y San Xoán de Río para ellos.
Entre esa ida y vuelta, en Ribadavia y Manzaneda habían dado la bienvenida otras 16 personas que, al igual que en los casos anteriores, eran mayoritariamente mujeres y niños y llegaron en viajes organizados por particulares. Mientras, de Xinzo salía otro tráiler repleto de material y en Verín la sede de la Eurocidade pedía ayuda para clasificar el material. En todo el territorio provincial se multiplicaban iniciativas para recibir ropa, alimentos, pero en muchos casos hacer los envíos y afrontar el coste estaba siendo un problema. La Diputación de Ourense decidió abrir un almacén centralizador para intentar facilitar ese aspecto. El primer convoy, con 23 toneladas, partía hacia la frontera el 22 de marzo.
Antes de que finalizase el mes llegaba el autobús fletado por el club Cented Academy de Ourense con 29 refugiadas que se repartirían entre Ribadavia y A Arnoia. El último gran contingente llegó en julio, con 40 personas que se instalaron en el centro habilitado en Sobrado do Bispo bajo la gestión de Cruz Roja en colaboración con el Concello de Barbadás y de la congregación Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios.
Conventos en desuso, refugios, hoteles y otros espacios destinados al turismo, sirvieron en las primeras semanas para la aclimatación de los nuevos vecinos, pero la solidaridad de los ourensanos hizo que pronto empezasen a abrirse casas o pisos de particulares dispuestos a aportar esa solución habitacional que les hiciese sentirse más en un hogar real, aunque en algunos casos fuese compartido entre dos familias que habían establecido una buena relación entre ellas. La escolarización de los niños, que se fue haciendo casi de manera inmediata, obligó a los profesores ourensanos a echar mano de la imaginación y de aplicaciones móviles de traducción para poder comunicarse con ellos. No ha sido un año fácil y algunas de esas personas han preferido retornar a seguir separadas de los suyos, pero la mayoría sigue esforzándose por aprender el idioma y encontrar trabajo, intentando crear aquí un hogar. Aunque sea temporal.