Extraordinaria muestra de la colección de plástica castreña del Arqueológico
16 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.«Todo se reduce al deseo de vivir eternamente. En arte, se trata de eso», Damien Hirst.
El Museo Arqueológico Provincial de Ourense, expone parte de su notable colección de arte castreño en Afundación, una obra tan sorprendente como llena de incógnitas, historia y misterio, seleccionada y reunida por el eminente comisario de la muestra, el arqueólogo Avelino Rodríguez González y el director del Museo Arqueológico Provincial, Xulio Rodríguez González.
La cultura castrexa, se contextualiza en un amplio período de tiempo que se extiende desde los siglos VIII-IX a. d. C. hasta el s. II d. C. aproximadamente en el marco de la Edad del Hierro europea y abarca un paréntesis de casi mil años desde sus inicios al final de la Edad del Bronce (s. VIII a. C.) hasta la plena implantación romana en el siglo II d. C. con la mezcla de las culturas gálico-romana. Ocupaba, territorialmente, la actual Galicia, el Oeste de Castilla-León, Asturias y el Norte de Portugal hasta el Duero.
Es en el sur de este territorio; Ourense, Pontevedra y Norte de Portugal dónde surge una manifestación autóctona y única, exclusiva de esta zona entre el Miño y el Duero.
La exposición presenta fundamentalmente obras de plástica castreña que datan del siglo III a. C. hasta el s. II d. C. y divide su recorrido en: Cabezas, Guerreros, Motivos ornamentales de mayor complejidad significativa que lo meramente decorativo y Piezas singulares, entre las que se disponen las distintas tipografías: estatuas sedentes galaicas relacionadas con un posible culto a la muerte por identificarse con las damas de la cultura íbera —aunque se desconoce completamente este punto— constituyendo un misterio la existencia de un culto fúnebre en esta cultura de la que conocemos más de su manera de habitar (castros) que de sus enterramientos. Ni siquiera se podría asegurar si las figuras sedentes encontradas en Xinzo de Limia, de marcado carácter ritual, datadas aproximadamente entre el s. II a. C. y el s. I. d. C. se corresponden con anatomías femeninas o masculinas, siendo sorprendente el detalle de las joyas: torques, brazaletes y aros, que suponen ajuar tanto funerario (la presencia del vaso ritual) como ostentación de poder económico de clase privilegiada. Cabe destacar en este apartado, la hipnótica Diosa, atribuida, por sus abultadas formas al culto de la fertilidad. Sorprende la posición de los brazos incididos y recogidos bajo un vientre y unos pechos hipertrofiados que a pesar de su volumen hinchado y de las pequeñas dimensiones, se aprecia como una forma hierática como los guerreros o las figuras entronizadas. Los animales se representan de una manera más naturalista como la Cabeza de verraco encontrada en Viana do Bolo, que se puede relacionar con los Toros de Guisando, de Ávila, y la cultura de los verracos de esa zona con la variedad de ser una pieza ideada para estar empotrada y no exenta, de esta manera se presentaría la cabeza de un carnero. En este lugar se encuentra la pieza más enigmática de la colección y mi preferida, el mono encontrado en Castromao, procedente del pueblo de los Coelernos, de bulto redondo ideado para ser rodeado y apreciado desde todos los puntos de vista. Sorprende la gran expresividad y la buena talla del simio, el cerramiento de su postura y el misterio que oculta su función y significado.
Bajo la denominación Plástica castrexa se incluyen las estatuas de guerreros de acusada frontalidad e hieratismo que viene dado por la postura de parada militar. Adornados con brazaletes y torques, portan caetra y cuchillo corto de antenas, túnica corta y cinturón y se interpretan como estatuas honoríficas, como los guerreros incompletos de Armea. Las cabezas cortadas envían un mensaje de advertencia a los enemigos o a quien osen invadir el territorio. Así lo evidencian los ojos cerrados enmarcados en una tipología formal de configuración triangular que forma parte de un culto al cráneo un tanto desconocido. Elementos constructivos dominados por formas geométricas, probablemente todas policromadas en origen, con múltiples combinaciones de rosáceas o trísqueles, motivos cordales y esvásticas para ennoblecer las construcciones del poblado en dinteles y jambas cuyo significado trasciende a lo decorativo.
Las 75 piezas expuestas han sido encontradas en los castros de Armea, Castromao. Rubiá y Outeiro de Baltar. La muestra con una original división del espacio a modo de estructura constructiva permite apreciar la singularidad de la plástica galaica y su conexión con otras culturas.