Quienes estuvimos más motivados viendo la fase final de la Liga de las Naciones, oímos hablar de la forma en que los lugareños de Rotterdam se refieren a su Stadion Feyenoord, al que apodan De Kuip, o lo que en cristiano diríamos la bañera. Y sí, la vista aérea sugería algo parecido. No era en todo caso el Soccer City de Johannesburgo, ni retumbó en el minuto 116. Esta vez nadie hizo de Iniesta, ni siquiera de El Niño Torres de la Euro del 2008. Sobra decir que tampoco nos acercamos al festín del 4-0 a Italia en 2012.
Pero, mire usted, el trofeo —importante, regular o baladí—, se vino para casa. Jordi Alba, goleador en el duelo continental de hace 11 años, alzó el primer cetro de la era Luis De la Fuente. De su predecesor asturiano hablaron unos y lo obviaron los otros, pese a que inició el torneo, pero el caso es que las vitrinas de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas tiene otro objeto brillante y una foto icónica más. Nos da, además, para debatir si hay o no una nueva dinastía en el fútbol español.
Más cerca, desde las ventanas de O Couto vemos otra bañera —deportiva— en obras de remodelación. El viejo estadio no estará este año para su habitual finalísima de la Copa Diputación. En Espiñedo —pendiente también de crecer— será bien acogido el último duelo del año, pero volvemos a pensar en que esa eclosión del fútbol patrio tenga réplicas en nuestro panorama provincial. Hace poco recordaba lo de la presencia en las tres principales categorías de la federación y la dinámica es ascendente, con técnicos jóvenes y jugadores con proyección. ¿Esperamos a que suban o preparamos una bañera más coqueta? Ya me dirán.