Se vino de Ucrania con 21 años y ahora regenta un centro de estética en el que tiene contratada a una compatriota

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

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Yokasta, Olena y Mariia, en el salón Solena
Yokasta, Olena y Mariia, en el salón Solena Santi M. Amil

Olena Yurkiv es experta en extensión de pestañas y lleva con su propio salón en Ourense, Solena, desde el 2017

07 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Olena Yurkiv llegó a Ourense con 21 años recién cumplidos. Se mudó de Ucrania a Galicia porque aquí vivía su madrina y ella quería tener un futuro mejor que el que le ofrecía su país. «Trabajé de interna de limpieza, cuidando niños y de todo lo que me iba saliendo», afirma. «Un año fuimos de vacaciones a Ucrania y mi mejor amiga estaba empezando un proyecto como esteticista de extensión de pestañas. Me convenció para que le dejara ponérmelas y me enamoré del proceso. Quería tener esa mirada siempre», cuenta. En España se compró un kit profesional para ponerlas y se las hacía a su hermana. «Me enganché a esa técnica y al resultado que ofrecía», dice. Así que volvió a Ucrania para formarse profesionalmente y después empezó a trabajar en Ourense en distintos centros. «Mi primera oportunidad me la dio la peluquera Susi Saínza, que me cedió una cabina en su salón. Ella peinaba a mi marido y a mi hijo y por eso la conocí. Es majísima y siempre le estaré agradecida», explica. Luego se mudó a Clinic Pharma, en la plaza de Santa Eufemia. «Hasta que mi marido me insisitó y animó tanto que decidí abrir mi propio negocio», confiesa. Fue el 2017, en un local situado en la calle Bedoya, donde todavía trabaja hoy. Solena es el sueño hecho realidad de esta ucraniana que, en menos de diez años, ha conseguido tener una amplísima cartera de clientas. «Aquí prima la calidad. Damos un servicio que asegura una técnica perfecta, para no dañar en absoluto las pestañas, y el resultado es natural, pero se nota», explica. La primera sesión cuesta 73 euros. «Esta es mi pasión, pero también es un trabajo duro, que requiere muchísimo esfuerzo porque son horas y horas de concentración, estática y con la vista fija», admite.

Actualmente en Solena trabajan otras dos mujeres. La manicurista Mariia Mishchenko es una refugiada ucraniana que consiguió huir de su ciudad, afectada por la guerra, hace dos años. Llegó a Barcelona y después Cruz Roja la destinó, junto a su hija, a Sobrado do Bispo, en Barbadás. «De nuevo mi marido aparece en la historia. Él estaba colaborando como voluntario allí, conoció a Mariia y me la presentó», explica Olena. Así fue cómo empezaron a trabajar juntas. La manicurista tiene casi dos décadas de experiencia en el sector y, de hecho, hizo que le mandaran todo el material con el que trabajaba en Ucrania. «Más de 50 kilos de instrumentos», dice. «Cuando conocí a Olena yo estaba pensando en mudarme a Valencia y ahora no cambio Ourense por otro lugar. Estoy contenta con mi trabajo, con mi jefa y con la gente de aquí», admite. Sus manicuras cuestan desde 26 a 50 euros. «Pero el récord de aguante de una de mis semipermanentes es de tres meses», dice. La otra esteticista de Solena es la venezolana Yokasta Cuevas, especialista en extensión de pestañas, que lleva seis meses en el equipo.