Unas siete mil personas en el estadio ourensanista disfrutaron de un ambiente que llevaba décadas sin registrarse en la ciudad de Ourense
15 ene 2025 . Actualizado a las 15:49 h.Se acabó el cuento de hadas entre el Ourense CF y la Copa del Rey, sin final feliz, pero al menos dejó buen sabor futbolístico en la ciudad. La expectación era enorme. Hacía años que no se vivía algo así en Ourense. La grada supletoria también se llenó con mil almas que hicieron que O Couto registrase una entrada histórica con unos siete mil espectadores. Una discoteca móvil suplió, con excesivos decibelios en algún momento, la vetusta megafonía del estadio ourensanista
Además de los espectadores que iban específicamente a ver este partido y a vivir un ambiente especial, estaban los fieles seguidores de cada día del Ourense CF; la familia de la gran base del club pontino: los padres que cada fin de semana llevan a sus hijos, pequeños futbolistas que no se quieren perder ningún partido, los recogepelotas emocionados por estar detrás de la portería de un equipo de Primera División o el canterano Daniel que pintó unas cartulinas naranjas con mensajes en valenciano de apoyo al conjunto che, escritos con la ayuda de su padre, oriundo de la Comunidad Valenciana.
La animación especial, con salida de los equipos entre luminosas bengalas estáticas y la potente música dieron paso a las vibraciones que proporciona el fútbol. «¡Sí se puede!» fue el grito de guerra de una afición animada por un equipo que ha derrotado al Valladolid y al Deportivo. El exdeportivista Jairo fue el que avivó la llama de la grada repleta en la gélida noche de enero con un primer lanzamiento. Las llegadas al contragolpe con Jerin y Jairo como finalizadores hicieron creer en la sorpresa en los primeros quince minutos. Luego tomó el mandó el Valencia y en la grada dominó el silencio. El 0-0 al descanso mantuvo la esperanza viva. El gol en propia puerta fue un chasco, pero el público siguió empujando en cada córner, en las salidas de Pato o en las decisiones arbitrales contrarias al equipo local. La entrada de Ángel Sánchez, que remató al poste derecho, reavivó el sueño de la copa. El balear consiguió encender a la afición. Solo unos cánticos antideportivos enturbiaron el buen ambiente.