Xunqueira de Espadanedo y A Merca, a donde acudió una compañera de Miguel Ángel Blanco en la corporación de Ermua, recordaron al joven asesinado por ETA
14 jul 2017 . Actualizado a las 11:41 h.«Fueron días muy amargos y muy tristes. Fue algo que prefiero callar porque es que no puedo hablar». Son palabras de Ana Crespo a pocos metros de la tumba de Miguel Ángel Blanco. La que por aquel entonces era concejala en el Ayuntamiento de Ermua entendió ineludible su presencia en el acto que ayer tuvo lugar en Faramontaos, el pueblo de A Merca en el que descansan los restos del que fue su compañero de partido. «Fue mi compañero y mi mano derecha. Por eso creo que era mi deber venir», añadió.
Crespo, que fue la persona que afilió al joven Miguel Ángel al Partido Popular, considera necesario que se siga recordando la memoria de las víctimas para que no se olvide lo sucedido. «Tenemos que evitar, en la medida en que podamos, que no se organice otra banda como la que tuvimos. Hay que tratar que la gente joven que no lo vivió aprenda de lo sucedido para que no vuelva a ocurrir».
El tío de la víctima por parte de madre, Aurelio Garrido, que reside en el mismo lugar en el que se celebró el acto, afirmó que por mucho que pase el tiempo, la herida sigue abierta. Se emocionó notablemente al agradecer «a toda España o ben que se portou con Miguel Ángel». Piensa que, al menos, su muerte sirvió para el comienzo de la liberación del País Vasco. Aurelio cree, y lo repite cuando tiene oportunidad, que las víctimas que lucharon por la libertad no deben dejarse en el olvido.
Amigos, vecinos y representantes políticos asistieron a la ofrenda floral y la oración que tuvo lugar ante la tumba del joven asesinado por la banda terrorista poco después de las seis y media de la tarde. Entre ellos, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que invitó a la familia a asistir al acto de entrega de la Medalla de Galicia que el Consello del gobierno autonómico aprobó concedida a Miguel Ángel Blanco. Será el próximo 24 de julio en Santiago de Compostela.
«Yo no pensé que fueran a hacerlo, creía que era un farol de ETA y al final lo asesinaron»
En el pueblo de origen paterno del asesinado, Xunqueira de Espadanedo, también se llevó a cabo una ofrenda floral, ayer a mediodía, a la que acudieron familiares y amigos. Las raíces ourensanas, a las que siempre volvía el concejal, quisieron recordar su papel en lo que supuso el principio del fin de ETA, como muchos comentaron. Alrededor de medio centenar de personas, entre los que se encontraban el presidente de la diputación, José Manuel Baltar, y el alcalde de la localidad, Carlos Gómez guardaron un minuto de silencio en torno a la estatua dedicada a su memoria.
«Una nueva forma de indignación recorrió España. Nació una nueva conciencia ante el terrorismo, el espíritu de Ermua, que asentó las bases de la mejor política antiterrorista, la que defiende que tiene que haber vencedores: las víctimas», leyó Concepción Martínez, prima política de la familia, ante los medios de comunicación. Subrayó también la victoria del Estado en la lucha contra el terrorismo gracias al trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad y a la conciencia social.
«Para nosotros fue muy duro», explicó Teresa Fernández, prima del padre del Miguel Ángel Blanco. Otro de los tíos de la víctima, Antonio Blanco, añadió: «Yo no pensé que fueran a hacerlo, creía que era un farol de ETA, y al final llevaron a cabo el asesinato».
La incredulidad, veinte años después de que la banda terrorista secuestrase y matase al concejal del PP en Ermua, sigue reinando en Xunqueira y en A Merca. Los padres de Miguel Ángel no pudieron asistir a estos actos por problemas de salud.