Así fue el rodaje en Ourense de la «La manzana de oro» para Adrián Lastra, Marta Nieto y Sergi López, que se estrenó en la clausura del OUFF
01 oct 2022 . Actualizado a las 10:19 h.En un rodaje todo está meticulosamente organizado porque la realidad es que cada minuto cuesta dinero, el del sueldo de todo el equipo que está implicado en él. Más de setenta personas, entre técnicos y artistas, han participado activamente en la grabación de la película que supone el regreso de Jaime Chávarri, La manzana de oro. Basada en el libro Ávidas pretensiones de Fernando Aramburu, tiene la intención de conquistar en las salas con su mezcla de comedia y suspense. Lo que conquistó fue el Pazo de Bentraces, en el municipio ourensano de Barbadás, lugar que acogió el rodaje del filme durante la pasada primavera. Esta construcción del siglo XV fue testigo de cada una de las escenas del encuentro de poetas que narra la ficción. Allí trabajaron día y noche todo el elenco, encabezado por sus protagonistas: Marta Nieto, Sergi López y Adrián Lastra. Además de dar vida a excéntricos literatos, disfrutaron de seis semanas viviendo en Ourense. «Yo me quedo con la gente, es muy cercana y acogedora. No había descubierto esta ciudad hasta ahora y estoy encantado. Si pudiese, no saldría del casco histórico», dice Sergi. «En esta provincia todo es verde. Por no hablar de las termas, que son un regalo de la naturaleza», añade Marta. «Y cómo se come aquí, ¡eso sí que es maravilloso!», apunta Adrián, que se confiesa un enamorado del pulpo á feira y que no falló a varias visitas a las pozas de Outariz.
En La manzana de oro, Marta Nieto es la poetisa La Nívea. «Es una mujer que está bien y a la que le gusta ser quien es. Esta es una indicación que me dio Jaime desde el principio y que me encanta, porque es muy complicado encontrar a personajes realizados, así que estoy supercontenta», explica. La actriz no puede ocultar su emoción por trabajar con Chávarri. «Somos un equipo muy ecléctico y, sin embargo, estamos todos unidos en torno a Jaime», apunta. Le da la razón Adrián Lastra: «Tiene extremadamente claro qué quiere de cada uno de nosotros en cada plano. Es muy tierno verlo trabajar, porque lo hace con absoluta concentración y mimo». «Es como un niño pequeño que por fin vuelve a jugar. Está feliz y eso es lo que consigue en nosotros», añade Marta. Y entra Sergi López en la conversación: «Nuestro trabajo siempre lleva implícito un alto riesgo, porque tenemos que conseguir que la gente se crea lo increíble. Con Jaime es muy fácil porque lleva 17 años acumulando pasión y ganas, así que no tiene ninguna duda de lo que quiere». Él es Juanjo Changa, un poeta que ha perdido la vocación y el talento. Adrián Lastra es Eugenio Alpuente. «Un tipo peculiar, bastante inseguro porque le falta talento, y también con intenciones y adicciones un poco oscuras», admite.
¿Hubo nervios? «Los primeros días es muy complicado no sentirlos. Hay como una expectativa y una intranquilidad, que poco a poco se va rompiendo», dice Adrián. «El miedo forma parte de nuestro trabajo porque casi todo es siempre nuevo», añade Sergi.