Reflotó la cafetería Nuevo Sol, con 51 años de historia en Celanova: «Quero esta hostelería, de diario e con xente traballadora, unha hostelería sana»

CELANOVA

Lorena Selas lleva veinte años trabajando en este local y durante la pandemia lo renovó y recuperó una terraza posterior interior cubierta con bonitas vistas
24 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.A las siete de la mañana, Lorena Selas comienza a servir cafés y desayunos en la cafetería Nuevo Sol de Celanova, un establecimiento de la Ruanova, a la entrada de la villa, que lleva abierto 51 años, desde el 5 de enero de 1974. Ella se hizo cargo de la cafetería en noviembre del 2013, después de haber estado los siete años anteriores trabajando allí como empleada.
En el Nuevo Sol paran a diario trabajadores que se marchan temprano, abuelos jubilados que pasan allí parte de la mañana o sanitarios que salen del cercano centro de salud para tomar un café rápido. Lorena cuenta que es hija y nieta única y en esta cafetería ha formado una familia extensa con su clientela diaria. Lo comprobó durante el confinamiento por el covid-19: «Chamaban todos os días para preguntar que tal estabamos».
Durante la pandemia, con la hostelería cerrada, Lorena pensó qué rumbo tomar. Lo hacía mirando a través de un gran ventanal que da al naciente en la parte posterior de la cafetería. Aquello era un gran almacén en el que se guardaban, entre otras cosas, el letrero original de la cafetería Nuevo Sol, bajo la que hubo una de las primeras discotecas de Celanova del mismo nombre. Decidió transformar poco a poco aquel espacio y hoy está abierto al público como un rincón ecléctico y tranquilo al que la naturaleza llega a través de sus amplias ventanas: «Era o meu sitio de pensar, onde me refuxiaba e tomaba aire fresco, e quixen compartilo coa xente». Lo vació, limpió las paredes y reutilizó piezas de decoración y mobiliario. «Quería que fose acolledor. É rural? É vintage? Non sei. Ten estas vistas que son marabillosas e é un espazo de tranquilidade», describe. Aún quedan arreglos que espera acometer poco a poco.
Allí se celebran reuniones de amigos o cumpleaños, los sábados. También se pueden ver las creaciones para mesas dulces que realiza para sorrisos_lb, un proyecto que comparte con Bea, otra camarera, y en el que vuelca su pasión por la decoración. Durante el confinamiento, abordó la renovación de la cafetería, para darle un aire más actual, y los dueños del local, que lo regentaron en sus inicios, la ayudaron.
Lorena, que empezó a trabajar muy joven, asumió con 26 años el reto de ser autónoma; el primer año estuvo ella sola al frente y, después, pudo contratar dos camareras de las que se siente más compañera que jefa. Abre hasta las once y cierra los domingos para conciliar con la familia. Han pasado trece años y está contenta: «Sempre tiven unhas compañeiras marabillosas e intentei dar un trato xusto. A hostelería ás veces é cansada, pero hai días que merece moito a pena. Por que non unha hostelería sana? Se ofreces unha calidade media de vida, iso fai que un camarero perdure. Quero esta hostelería, de día, con xente traballadora».