Medio siglo vendiendo ropa interior: «Antes la lencería era más romántica. Ahora noto menos entusiasmo»

OURENSE CIUDAD

Eva Matesanz en su tienda de la calle Progreso 89.
Eva Matesanz en su tienda de la calle Progreso 89. Santi M. Amil

Lencería Eva es una de las tiendas del sector más antiguas de la ciudad de Ourense, que sobrevive con éxito gracias a la incansable labor de su fundadora Eva Matesanz

08 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Eva Matesanz abrió hace cincuenta años una de las tiendas de ropa interior más conocidas de la ciudad de Ourense. Se trata de Lencería Eva, ubicada en el número 89 de la calle del Progreso. «La idea fue de mi marido, le encantaba la lencería y un día me llevó a ver una tienda. Éramos jóvenes y queríamos expandirnos por todos los sitios», explica. También tiene otra tienda en el número 14 de la calle Bedoya. En A Coruña tuvo otras dos, pero las cerró y traspasó tras enviudar en el año 2008. «Y estuvimos apunto de abrir también en Vigo», añade.

Quien no conozca este comercio por el nombre, seguro que si lo hará por su conocido logo con dos manzanas rojas o por sus llamativos escaparates, pues para ella era y es fundamental la imagen al público. «Siempre fui un poco obsesa con los escaparates. Me gustaba que estuviesen perfectos y combinados, aunque fuese en rebajas. A día de hoy sigo siendo así, quiero que la gente se pare a verlos porque le impactan. De hecho, cuando abrimos esto nos ayudó mucho para conseguir clientela. Por aquel entonces la mayoría de las cosas eran hechas a mano y ver la ropa expuesta desde fuera llamaba mucho la atención», indica.

Arriesgar era lo suyo, y aunque los comienzos suelen ser muy difíciles, recuerda el despegue del negocio como una época maravillosa: «Tuvo muy buena acogida desde el principio porque nos juntamos unas personas con buenas habilidades: mi marido era  buen negociante y comerciante, yo una persona que tenía bastante gusto a la hora de elegir, y las dependientas unas trabajadoras maravillosas. Venían de una tienda que se llamaba El Encanto que acababa de cerrar y no dudamos en contratarlas. Además, siempre traté de buscar cosas especiales para distinguirme del resto», destaca. Con estos puntos fuertes consiguieron emprender un negocio familiar que ahora continúan sus hijas con pasión e ilusión. «Lo mamamos desde pequeñas, volvíamos del colegio y oíamos hablar a mis padres de la tienda. Hasta en las conversaciones de la comida. Te lo transmiten con tanta emoción que te acaba encantando», interrumpe Susana, una de sus hijas que ya lleva 25 años al pie del cañón y la acompaña durante la entrevista.

Eso si, aunque ya está jubilada, le resulta inevitable pasar cada día por el local para supervisar que todo está bien. «Creo que me preocupo más ahora que cuando empecé. Estoy muy pendiente porque me gusta mucho, sino, dormiría más tranquila, pero no lo hago. Incluso cuando voy a la playa observo la ropa de baño de la gente para ver si es mejor que lo que tenemos, o cuando viajo a otros países me fijo en todos los pequeños comercios», confiesa entre risas.

Eva visita todos los días su tienda aunque está jubilada.
Eva visita todos los días su tienda aunque está jubilada. Santi M. Amil
 

Las claves para mantener el éxito cincuenta años después, desvela, son tres: la atención, la preocupación y la evolución. «El comercio local va perdiendo fuerza por culpa de las grandes superficies. Para luchar contra ellos es importante atender estupendamente bien a la gente, procurando tener lo que necesita y demanda con precios diferentes. Las clientas tienen que salir contentas. Incluso hay una chica trabajando con nosotros que se dedica exclusivamente a los arreglos para que las prendas se adapten a todos los cuerpos», comenta. «También es muy importante preocuparse de los productos que elegimos para vender y noto que los comerciantes lo hace cada vez menos. Yo cuando hacía los pedidos pensaba en mi clientela. Veía algo y mi cabeza decía esto le va a quedar estupendamente a esta persona, y esto le va a ir bárbaro a aquella. Hay que esforzarse para tener aquello que tienen los demás, pero en mayor cantidad y de mejor calidad», resalta.

«Otra cosa fundamental es renovarse y evolucionar. Hay tiendas que se quedaron ancladas en el pasado. Por ejemplo, en Madrid, había varias que admiraba y cerraron porque siempre tenían lo mismo, pero todo cambia con los años, hasta la lencería. Recuerdo que cuando se estrenó la película Cuatro Semanas y Media aparecía una chica con una tentación corta. En aquel momento nos demandaron cientos de ellas, ahora no, cada cosa tiene su momento», explica. «En definitiva, nosotras tenemos que suplir con atención y preocupación lo que las grandes empresas e Internet ofrecen sin quedarnos atrás en las nuevas tendencias», insiste.

Elegir nuevos productos para vender siempre fue una aventura para ella. Una de las cosas que más le gustaba era ir un paso por delante y que el mundo se hiciese eco de ello. «Cuando compré los primero trikinis hace 30 o 35 años, recuerdo que el chico que me los ofreció me dijo: ''Recorrí toda España y ningún negocio los quiso''. Era un momento en el que no se hablaba mucho de ellos, pero yo aposté por la novedad y al final los vendí. He tenido muchas satisfacciones a la hora de comprar, cuando algo me gusta estoy segura de que va a ir bien», recuerda.  

Al preguntarle por el momento de más ventas desde que abrió, le cuesta quedarse con uno, pero se le viene a la cabeza la era del raso y de las películas de dinastía de hace veinte años. «Aquella fue una época muy buena, se vendía muchísimo. Además, todas las novias compraban unos equipos maravillosos que ahora ya no llevan. Antes, para mi modo de ver, el tema de la lencería era más romántico y bonito, había más ilusión a la hora de comprar el camisón, la bata o la ropa interior. Ahora las cosas son más complicadas, noto mucho menos ese entusiasmo», lamenta. Sin embargo, ellas siguen trabajando sin descanso y con el mismo entusiasmo.

Por supuesto, la tienda de la calle Progreso es su rincón favorito de la ciudad de Ourense. Lleva toda una vida en ella día tras día y fue su gran motor para superar todos los obstáculos que aparecieron en su camino. «Cuando estaba de vacaciones, si no me iba a ningún sitio de viaje, venía igual para aquí porque me aburría. Me encantaba pasar mi tiempo atendiendo a la gente», confiesa tras el mostrador desde el que tantas horas trabajó. Aunque hay otro espacio que también le transmite paz. «El Parque de San Lázaro me gusta mucho porque me trae muy buenos recuerdos, cuando las niñas eran pequeñas las llevaba mucho allí. Ahora voy yo con mis amigas a tomar café», concluye.   

Eva Matesanz

  • Quién es: Nació en A Coruña, pero se vino a estudiar a Ourense. Con 30 años abrió con su marido un negocio de ropa interior. Ahora, 50 años después Lencería Eva, situada en la calle Progreso 89 y Bedoya, 14 continúan siendo unas de las tiendas más conocidas y antiguas de la ciudad. Hasta que enviudó también tuvo otros dos locales en A Coruña. Ahora, ya jubilada, continúa supervisando y ayudando a sus hijas, las encargadas de mantener el negocio familiar.
  • Su rincón: Como era de esperar, su espacio favorito de la ciudad es su tienda del Progreso, pues es donde pasó la mayor parte del tiempo de su vida. Un lugar que la llenó de alegrías y satisfacciones.