Miraba con un ojo hacia la tele y con el otro al plato de lentejas seleccionado en el menú del día. Entonces oí a mis compañeras de mesa debatir sobre el significado de la palabra retahíla. Y, por supuesto, tenía que intervenir.
He de reconocer que, hasta entonces, asociaba ese vocablo a una lista y el diccionario de sinónimos no me quitó la razón, pero la Real Academia Española me ofreció más claves: «Serie de muchas cosas que están, suceden o se mencionan por su orden». Siempre había pensado en la retahíla como una relación de palabras tendente a lo largo, subjetivo en todo caso, pero me faltaba eso de «por su orden». Sin ceñirnos a la RAE, resulta que también suele aludir a «sucesos o cosas iguales o análogas». ¡Anda que no hay retahílas de la diversidad!
En fin, para qué nos vamos a engañar, durante todos estos años de profesión, me descolgué con más de una retahíla de deportistas insignes y de equipos. ¿No será la clasificación de cualquier liga una buena retahíla? Especializada, eso sí, y con datos numéricos irrefutables, pero cambiantes a corto plazo.
Recurro muchas veces a mi lista de cuatro ourensanos en la Tercera División. Resulta que tres de ellos siguen inmersos en la batalla por promocionar a fin de curso e incluso el Arenteiro intenta llevarse el notable de una permanencia sin agobios. Pero el Barbadás mira al futuro con optimismo y, sin olvidarme de los otros Preferentes, incluso el Verín es un proyecto en expansión. Con todo, en mi retahíla no faltarán clubes como el Molgas, ahora a las duras, pero decididos a volver a por las maduras más pronto que tarde. Ojalá.