Hace justo 30 años que Andrés Rodríguez apostó por su amor por la repostería y abrió Doña Bica
09 nov 2023 . Actualizado a las 20:05 h.Andrés Rodríguez aprendió repostería viendo a su madre y a su tía cocinando en casa desde que era niño. Hacían bicas, lenguas de obispo, cañas fritas... y a él se le caía la baba y quería participar. No es de extrañar que terminase montando su propio obrador en Verín. Abrió Doña Bica el 18 de diciembre de 1993 y ahora acaba de estrenar espacio, tras reformar completamente el local situado en la calle Hermanos Fernández Álvarez. «Puse en marcha este negocio con la ayuda de mi tía Natercia, que era la que sabía muchísimo de repostería. Mi madre se encargaba de las bicas y yo ayudaba en todo lo que podía», recuerda. Viendo que el comercio funcionaba bien, Andrés se fue a León a estudiar pastelería. «Eso es lo mío, aunque le pego también a la panadería y a la heladería», comenta.
El dulce que más venden con diferencia es la bica blanca, que es emblema de la casa y hasta se comercializa en la zona gourmet de El Corte Inglés. «Es la típica del entroido. La receta que nosotros utilizamos la aprendí con las vecinas de la aldea de Castro que llevan décadas y décadas cocinándola y me enseñaron sus truquillos», cuenta Andrés, que es natural de A Rasela, lugar al que acaba de trasladar la producción de Doña Bica. «Al elaborar también helado y pan, quise mover el obrador a otro punto para ganar espacio», explica. «La bica es un producto típico de la provincia y creo que es bonito exportarlo y que nos represente fuera. Todas las que se hacen en Ourense son muy buenas», dice. La bica blanca pequeña cuesta 9 euros y la grande, 18. Tienen más variedades, que realizan por encargo: una con nueces, otra con chocolate y hasta con pasas.
Además del local en Verín, que también funciona como salón de té, dónde en poder disfrutar de una bebida, un helado o un dulce, Doña Bica tiene una página web desde la que vende sus productos a toda España. «Salen muy bien los hojaldres y también la tarta de queso», explica Andrés. Hacen pasteles personalizados para fiestas, cumpleaños o cualquier tipo de celebración.
En el mostrador de la panadería no está Andrés, si no su hija, Alba, que ya apunta maneras dentro del negocio. «A min gústame estar cara ao público, falar coa xente e recomendarlles doces», dice la joven, que también se encarga de las redes sociales, donde no para de subir los seguidores. «Funcionan ben porque a comida entra primeiro pola vista. A xente quere probar o que poño nas fotos», termina.