Fráncfort, Arizona y, ante todo, Galicia

Olga Suárez Chamorro
olga suárez OURENSE / LA VOZ

VILAR DE BARRIO

cedida

Nació en Alemania, pero volvió a la tierra de sus padres para estudiar la carrera. Hoy, desde EE.UU. este hijo de ourensanos enseña y traslada sus raíces a sus dos hijos

25 feb 2019 . Actualizado a las 08:20 h.

Su pasión por Galicia va más, mucho más allá que sus propios orígenes; esos que Rómulo Conde quiere trasladar ahora a sus hijos, de 2 y 4 años, desde Phoenix, en el estado de Arizona donde vive desde hace cinco años. Pero su historia como emigrante no empieza en Estados Unidos, sino en la ciudad alemana de Fráncfort, donde vivían sus padres: él ourensano de Porto, en el municipio de Vilar de Barrio; y ella de Florderrei, en Vilardevós.

En la ciudad alemana nació Rómulo, y allí fue creciendo mientras se formaba en un instituto humanista, con una educación inspirada en los valores del Humanismo y la Ilustración. Pero en aquella casa alemana también le inculcaban otros valores, lo de sus orígenes, aunque durante aquellos años él recuerda que Galicia era básicamente sinónimo de vacaciones, las de los meses que pasaba con sus abuelos.

Cuenta que a los 15 años comenzó a surgirle el interés por la cultura gallega y, de motu propio, decidió apuntarse a clases de gaita en el Centro Gallego de Fráncfort. Antes de ese momento, Rómulo había estudiado piano y flauta, pero entonces se dio cuenta de que quería aprender a tocar ese instrumento tan característico de la cultura de sus ancestros y decidió unirse a la Banda de Gaitas del Centro Gallego.

Allí también aprendió el idioma de sus padres. «Nunca es tarde», comenta mientras subraya la necesidad de motivar a otros para seguir manteniendo vivo ese espíritu. «Creo que es importantísima la labor de estos centros gallegos», destaca. A lo largo de su vida ha entrado en contacto con otras comunidades de emigrantes y ve «muchas similitudes con la gallega, la irlandesa o incluso la judía».

Tal fue su repentino interés por todo lo relacionado con Galicia en la adolescencia que Rómulo decidió volver a Ourense, que ya sentía como propio para el resto de su vida. Aquí estudió Ciencias Empresariales y Dirección y Administración de Empresas por la Universidad de Vigo. Después, ya como licenciado universitario, se trasladó a Madrid para trabajar en PricewaterhouseCoopers. En febrero del 2011 dio el salto a Estados Unidos para trabajar en la oficina de la misma empresa en Boston.

Lo que iba a ser una estancia de dos años se convirtió en permanente, y allí conoció a la que hoy es su mujer, una médico de Arizona. Desde el año 2014 ambos viven en Phoenix, donde trabaja para el Banco Santander, dedicado a sistemas de información contable y regulatorio.

El contacto de Rómulo con España a nivel laboral es constante. Está lejos físicamente, pero Rómulo no se siente desconectado, entre otras cosas porque, como explica, habla a diario con su equipo de desarrollo en Madrid.

A Galicia intentaba venir dos veces al año, pero desde que nacieron los pequeños de la familia, reconoce que le resulta más complicado. A pesar de ello «me siente conectado y mucho más cerca de lo que la distancia me separa de Ourense», recalca. Y además, habla de las puertas que le ha abierto el idioma, no solo el inglés y el español, sino también el gallego para entrar en contacto, por ejemplo, con el gigante Brasil. «Creo que hay muchas cosas que tenemos en Galicia que no valoramos», dice.

Son muchas las ventajas que le ve a haberse empapado de sus orígenes y reflexiona en alto sobre la gran importancia de trasladarlas a sus hijos, dos pequeños con raíces gallegas, a pesar de que Galicia les queda lejos.

Se repite el proceso de traspasar los vínculos de padres a hijos desde lejos

Rómulo Conde está repitiendo con sus hijos el mismo proceso que hicieron sus padres con él, el traspaso de esos vínculos impalpables que le inculcaron a él desde otro punto del mapa también lejano a Galicia. Incluso confiesa que su mujer «sufre a diario» esa galleguización. Y mantiene el contacto con otros emigrantes, aunque reconoce que en la zona concreta donde él reside, se trata de gentes de un perfil bien diferente al suyo: «tengo amigos gallegos aquí de 65 y hasta de 90 años».

Rómulo se pregunta constantemente por la continuidad que se le puede dar a la diáspora; en Boston creó un grupo en redes sociales de gallegos residentes allí; y en Arizona también abandera esta representación; el pasado mes tocó la gaita para la televisión local de Arizona, en el marco de un evento dedicado a España y organizado por el Museo de Instrumentos Musicales de Phoenix. Como miembro de la Asociación Cultural Española de Arizona y artífice del grupo musical Muiños, insiste en la promoción de sus raíces y en que se conozca que «España no es solo flamenco». No obstante, destaca que el hecho de que artistas como Cristina Pato o Carlos Núñez ya hayan venido a este museo a dar conciertos, ha ayudado también muchísimo.