Francisco Angulo, cuarenta años como médico de Xunqueira de Espadanedo: «Lo más importante es que el paciente se abra y diga lo que le pasa»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

XUNQUEIRA DE ESPADANEDO

MIGUEL VILLAR

El doctor se jubiló  a finales del año pasado

16 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Francisco Angulo Sánchez (1951, Valladolid) llegó por primera vez a Xunqueira de Espadanedo en noviembre de 1980. En estos más de cuarenta años, este médico de familia se convirtió, además de en el doctor del pueblo, en el confidente de tres generaciones de xunqueiraos que pasaron por su consulta.

La vida de Francisco Angulo está llena de casualidades y causalidades. En su familia no hubo médicos. Sin embargo, la muerte de su padre cuando él tenía 8 años condicionó su futuro, ya que recuerda cómo el doctor que lo trató supo mantener en él la ilusión por la vida. Quizá esa fue, afirma, la razón por la que decidió dedicarse a la medicina: «Era Gómez Urbaneja, de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Cuando tenía que pasar por Valladolid para cualquier cosa venía a visitar a mi padre. Recuerdo su forma de hablar, de moverse y de tranquilizarnos».

Tras vivir en Asturias siendo niño y regresar a Valladolid para estudiar Medicina, su primer destino fue Palencia. Cuatro años después comenzó su vida en Xunqueira de Espadanedo. Casi de rebote. «Pasó algo con alcaldes de la zona y varios compañeros decidimos dejar Palencia y pedir otros destinos. Elegí a boleo varias provincias: Las Palmas, Pontevedra, Oviedo, Ourense... Y me tocó aquí», relata. A sus compañeros de aquel entonces, que todavía trata, el traslado los llevó a San Vicente de la Barquera y a Tarragona.

Sobre ese episodio que le hizo cambiar de destino no quiere profundizar demasiado. Esa discreción también la ha extrapolado a su trabajo. Incluso hoy le cuesta contar anécdotas de hace décadas por si puede ofender a alguien. «Una vez un cirujano de la residencia me llamó para decirme que tenía un paciente con los pantalones a medio subir porque no quería operarse hasta hablar conmigo. Lo calmé y no hubo problema», relata. Esa es la relación que durante más de cuarenta años ha tenido con cada uno de los vecinos de Xunqueira que, cuando se jubiló, quisieron agasajarlo con una comida.

«Ibas a las casas a visitar a pacientes y ya te esperaban con la comida en la mesa. Antes compartías con ellos las matanzas y las fiestas que hacían», relata para explicar la relación que estableció en la localidad. Por eso, entre otras cosas, nunca pensó en pedir un traslado.

«Tuve otras ofertas pero siempre quise quedarme en Xunqueira. Aquí pasé momentos muy buenos de mi vida y otros menos. Me gusta la gente, es honrada y trabajadora, me encantaba mi trabajo y mis compañeros eran como mi familia. Fue más que una responsabilidad moral, una necesidad física», subraya. Francisco Angulo repite mucho las palabras confianza, respeto y confidencialidad para hablar de su trabajo. Y no es partidario de dar consejos a sus sucesores: «Todos están muy preparados y saben lo que hacen. Cada uno debe basarse en su experiencia. Lo más importante es que el paciente se abra y diga lo que le pasa. Y cada médico debe hacer su composición de lugar».

El octubre del 2021 colgó la bata para iniciar otra etapa en su vida. Pero tendrá que esperar un poco más. Es uno de esos médicos jubilados que echan una mano al Sergas para descongestionar los centros de salud por la pandemia. Lo hace en el de Maceda. «Es una necesidad», afirma.

La jubilación le permitirá disfrutar junto a su mujer de la casa que tienen en Tailandia

De Valladolid a Xunqueira de Espadanedo o a Tailandia. A Francisco Angulo no le cuesta cambiar de aires, viajar y conocer lugares nuevos. En cada uno encuentra algo. Por eso, cuando llegó con menos de 30 años a Xunqueira de Espadanedo desde Valladolid todo le pareció bien, incluso llegó a sorprenderle. «Me pareció un pueblo muy bonito ya que, además, estaba cerca de una ciudad», dice. Recuerda, por ejemplo, su encuentro con el entonces alcalde, Hermógenes González. «En cuanto llegué me presenté en su casa. Tenía mucho carácter, pero eran un excelente alcalde», afirma Angulo.

Gracias a ese afán de descubrir el mundo conoció a su mujer. En este caso, la casualidad también tuvo mucho que ver. Él estaba en Madrid y junto a unos amigos decidió viajar a Tailandia. Acudieron a la embajada en busca de información antes de partir de vacaciones, ya que entonces no era tan fácil encontrar guías de viaje. Allí estaba la que hoy es su mujer. «Ella es tailandesa y le pidieron en la embajada que estuviera unos días sustituyendo a un compañero que estaba enfermo, ya que sabía hablar español y tailandés. Y allí nos conocimos, Fue una verdadera casualidad», relata.

Francisco Angulo tiene dos hijas y una de ellas reside en la ciudad tailandesa de Lopburi, a unos 150 kilómetros de Bangkok. Allí, además de tener casa propia, vive su nieta, con la que le gusta pasar el tiempo y en la que más piensa ahora que se ha jubilado. «Nos gusta ir los inviernos allí, estamos muy tranquilos. Cuando nos casamos compramos una casa pequeña con terreno que es una gozaba. Vamos todos los años», subraya.