
En el primer aniversario del cierre del casco viejo sigue habiendo opiniones a favor y en contra de la medida Desde hace un año, los coches no circulan por el casco viejo. A estas alturas es raro ver coches aparcados en las calles y plazas de la zona antigua. Los autorizados para transitar por esta parte de la ciudad son los residentes, los repartidores, que tienen tarjetas de identificación, y los servicios de urgencia. Muchos los comerciantes están en contra de esta medida, ya que, según ellos, ha perjudicado sus negocios. Por otro lado, algunos vecinos de la zona tienen ahora más oportunidades para pasear.
07 ago 2000 . Actualizado a las 07:00 h.Hace algo más de un año que el gobierno local anunció que los automóviles no volverían a circular por el casco antiguo. El concejal de Urbanismo, César Mosquera, afirmaba entonces que «non vai entrar na zona vella ningún vehículo que non teña necesidade clara de entrar». Finalmente, el día 7 de agosto de 1999, el Concello cerró el tráfico y cambió las direcciones de Arzobispo Malvar y de Cobián Roffignac. Un año después de que se materializase la decisión, los vecinos y comerciantes de la zona circulan por el casco antiguo con tarjetas de identificación. Aunque no faltan conductores que entran por la zona, arriesgándose a pagar una multa. En la actualidad, pasadas las cinco de la tarde, en la zona vieja de Pontevedra el movimiento es bastante escaso. Muchos de los comercios del casco antiguo están vacíos, aunque algunos no han abierto todavía. La mayoría de los propietarios de negocios se quejan de la decisión de peatonalizar. Sin embargo, no todos los comerciantes desaprueban la medida. Algunos comentan que la peatonalización no ha disminuido sus ventas. Una gran parte de los tenderos que no aprueban la peatonalización son los que venden productos de gran tamaño y que, por tanto, deben ser transportados en algún vehículo. Ernesto Filgueira, propietario de un comercio en la Plaza Méndez Núñez, comenta que «la gente se está reacostumbrando y nosotros tenemos que adoptar medidas con respecto al cliente. Algunos damos bonos para los aparcamientos». Otros son más críticos con la medida. Según Manuel Pacheco, dueño de un comercio en la misma plaza, «la idea de peatonalizar nos resta ventas, pero también nos perjudican las obras y el cierre provisional del mercado». Las obras en la zona entorpecen bastante los paseos de los peatones. La Plaza de Curros Enríquez está totalmente levantada y el movimiento de transeúntes por el lugar es escaso. Con los levantamientos, la Calle Real está taponada, y los paseos se vuelven complicados para los ciudadanos, que tienen que superar obstáculos y soportar ruidos incómodos.