El tren al campus, a toda marcha

Serxio Barral Álvarez
SERXIO BARRAL PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

RAMÓN LEIRO

La entrada en servicio del apeadero de Tafisa, a punto de ser concluido, se prevé para el próximo curso Con bastante tiempo de retraso, parece que por fin el proyecto del tren al campus universitario de Pontevedra está muy cerca de hacerse realidad. Las obras del apeadero que se construye en las inmediaciones de la fábrica de Tafisa están muy cerca de terminar y, previsiblemente, la instalación puede entrar en servicio con el inicio del próximo curso académico, allá por el mes de octubre. Aunque Renfe todavía no ha previsto cuál será el uso que se dará a este apeadero, la intención de la Universidad es que al menos seis trenes al día (tres en dirección a Vigo y otros tres hacia Santiago) se detengan en el campus.

19 abr 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Dotar el campus de Pontevedra de un apeadero de tren fue una de las primeras apuestas del rector, Domingo Docampo, desde que accedió al cargo. En general, la idea de Docampo era mejorar el transporte al campus, demasiado distante de las estaciones de ferrocarril y de autobuses, y sin una red de transporte público que dé el servicio a los estudiantes, profesores y personal de la Universidad. En noviembre de 1998 -ya va a hacer tres años- se habló por primera vez con fechas concretas del apeadero de Renfe en el campus. Fue en una vista que el rector realizó a A Xunqueira acompañado por el conselleiro de Política Territorial, José Cuiña, el presidente de la Diputación, Manuel Abeledo, y el entonces alcalde, Juan Luis Pedrosa. Entonces, la promesa fue que «antes del año 2000, el apeadero entrará en servicio». Obviamente, no se cumplió. La obra tardó más de medio año en adjudicarse, hasta julio de 1999. La adjudicataria era la empresa Construcciones José Carro, que anunció el inicio de los trabajos en septiembre de ese mismo año. El proyecto tenía un plazo de ejecución de ¡cuatro meses! ¿Qué sucedió para que se acumulase tal retraso? El problema fue que un particular, propietario de la finca por la que tenían que pasar las máquinas para construir el apeadero, impidió el paso por una serie de problemas con el Concello. Tras varios meses de silencio -la Universidad decía que la obra era competencia de la Xunta, el Concello lo mismo y Política Territorial afirmaba que el problema era entre el Concello y el particular- por fin se pudo avanzar en el proyecto: la Xunta acabó disponiendo, ya en febrero del 2000, la urgente ocupación de los terrenos y la expropiación forzosa de los mismos. Para entonces, la obra ya había sufrido un retraso considerable, al que se añadieron los trámites burocráticos para hacer efectiva la ejecución del proyecto. Ahora, por fin, las obras están a punto de finalizar.