El puente de A Barca cumple un siglo sin superar los atascos

A. Castroverde PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

DEL LIBRO «PONTEVEDRA, VELLAS IMAXES»

La ciudad inauguró a partir de 1890 tres pasos sobre la ría en apenas tres lustros Fue abierto en 1905 y sustituyó a otro anterior de madera en el que se pagaba peaje

05 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Ha quedado abierto el puente de A Barca, que forma parte de la carretera Pontevedra a O Grove, cruzando el río Lérez. Es metálico y tiene 72 metros de luz, con un ancho de 7 metros y 2 de andén. Así contaban los periódicos hace un siglo la apertura del puente metálico de la ciudad. Fue, según los indicios disponibles, un 3 de julio cuando se abrió este nuevo paso hacia A Caeira -emporio de los Riestra en aquel entonces- y Poio. Cien años después, el único puente del mundo que tiene apoio sólo por un lado constituye un paradigma de atascos en horas punta, pero sigue siendo una de las obras civiles más emblemáticas y queridas de la ciudad. Un viejo servicio de barcas enlazó desde la noche de los tiempos las dos orillas de la ría en A Barca. Objeto de numerosos pleitos, al pretender la Sociedad de Mareantes de Pontevedra controlar estrechamente el tráfico, este servicio pronto se hizo insuficiente para el intenso tráfico de la época. Fue así como, en 1865, se planteó la construcción de un puente de madera, que funcionó desde 1871. Se trata, tal vez, de la primera vía de peaje de la comarca. Don Antonio Mora cobraba cinco céntimos por pasaje y había un tramo levadizo que se erguía para dejar pasar los barcos de alto velamen, camino de los muelles de Galera y O Burgo, según cuenta Prudencio Landín en De mi viejo carnet. La embestida del patache Amalia, que afectó a la cimentación del paso, el tráfico cada vez más intenso y la llegada del automóvil aconsejaron prontamente la ejecución de un puente más alto y robusto hacia 1895. As Correntes Cinco años antes, la ciudad dispuso ya de un nuevo enlace entre las dos orillas de la ría a través del puente-malecón de As Correntes -cerca de la Imprenta Provincial- y de otro de estructura metálica construido para el paso del ferrocarril a Carril, inaugurado en 1899 y del que se conservan los pivotes metálicos en la ría. Bajo proyecto de Luis Acosta y Eduardo Fungueiriño y dirección del ingeniero Juan Trapote, el nuevo puente de A Barca se concibió con tres arcadas a cada lado en piedra -los carros rincharon durante años para transportarla- y una estructura metálica central que fue objeto de grandes polémicas desde un primer momento a cuenta de su presunta endeblez. Aquella estructura, que sería sustituida años más tarde, se convirtió en icono del progreso de Pontevedra y Poio, aunque sin la espectacularidad de otros pasos de la misma factura, como puede ser el de Porto. Las obras fueron asimismo escenario de una de las primeras huelgas de la ciudad. El gobernador González Besada resolvió el conflicto, según cuentan los cronistas de la época, con una mezcla de autoridad y persuasión para que los trabajos culminasen el puente en 1905.