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El relleno de las orillas redujo el Lérez a la mitad de su anchura en 30 años

Lars Christian Casares Berg
Christian Casares PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

RAMÓN LEIRO

El estrechamiento provoca que se acelere su velocidad y aumente el riesgo de anegamiento Las obras de los puentes de Santiago y de los Tirantes constriñen el cauce desde los ochenta

01 nov 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

El río Lérez baja cada vez más rápido a su paso por Pontevedra. Las corrientes aumentan al mismo ritmo que los rellenos que han condenado al río a perder sólo en las últimas tres décadas la mitad de su anchura en el tramo urbano. En la reducción de la anchura del río han tenido un protagonismo decisivo la construcción de los puentes. Según explica Carlos Nárdiz Ortiz, decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Galicia y profesor titular de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidade de A Coruña, «las actuaciones podían haber sido más generosas en las márgenes del río». Carlos Nárdiz, que también participó en la elaboración del Plan General pontevedrés de finales de los ochenta, estima que la construcción del tercer puente, el que conecta con la carretera de Santiago, obligó a reducir el cauce en un 50%. El viaducto mide, tal y como fue construido en la década de los setenta, 99 metros de largo. Se trata de una construcción de hormigón «cuyos estribos -asegura Nárdiz en un trabajo sobre las intervenciones urbanas en los ríos de Galicia- redujeron a casi la mitad el ancho del río, con el fin de que pudiera prolongarse en un futuro con la ampliación de la avenida del Uruguay Corbaceiras del otro lado del río Lérez». El puente entró en funcionamiento en 1983. Pero no es la única infraestructura que ha condicionado la anchura del Lérez. Según explica el decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Galicia a La Voz, la conexión del puente de los Tirantes con las orillas supuso una invasión de al menos un tercio del total que ocupaba el río a su paso por donde se levanta ahora el puente, que se inauguró en 1995. ¿Qué pasa cuando se constriñe un río a su paso por una ciudad? Nárdiz Ortiz es claro al respecto: «El Lérez está afectado por el nivel de las mareas, y con una ocupación como la que ha sufrido el cauce actual se puede ver rebasado por las grandes avenidas de cada cincuenta, cien o quinientos años». Y lo cierto es que existen precedentes históricos. Como recuerda el historiador Xosé Fortes en su libro Pontevedra en el espejo del tiempo, el puente de O Burgo, que dio origen a la ciudad, padeció en más de una ocasión la fuerza de las aguas. «El 26 de noviembre de 1646 -escribe Fortes- una enorme crecida del Lérez estuvo a punto de derribar el puente. Los numerosos árboles arrastrados por la corriente taponaron casi por completo sus ojos convirtiéndolos en una presa incapaz de contener el empuje de las aguas». El puente se hubiese caído de no ser por la intervención de un héroe local. el cantero Juan Bouzán, «y un modesto y desconocido obrero -narra Fortes- Juan Docampo» se arriesgaron, casi cubiertos por las aguas a cruzar el puente y derribar el pretil. Las aguas arrastraron la maleza y el puente se salvó. Claro que entonces el río era mucho más ancho, las márgenes no se habían ocupado para construir infraestructuras educativas y deportivas, viales y escolleras que hacen que el Lérez fluya más fuerte, más rápido y más amenazante que nunca.