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Vivir de prestado en Valbón

PONTEVEDRA

Los vecinos de esta aldea de Barro guardan silencio, aunque temen que este foco marginal derive en un asentamiento

18 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

En Valbón, una aldea de la parroquia de Agudelo (Barro), hay un problema latente del que sus habitantes no quieren hablar. Al menos de momento. Fuera de grabadora, dos vecinos comentan que el tema está en vías de solución y que se sienten arropados por el Ayuntamiento. Si en algún momento no es así y la cosa cambia, entonces estarían dispuestos a dar su versión.

El problema se localiza en el número 5 de Valbón. Hace unos cinco años el Concello de Barro construyó, con fondos de la Xunta, una vivienda para una familia con escasos recursos que residía en la vieja escuela de Portela.

Desde hace meses otra familia vive en la casa propiedad de Rafael Fabeiro Méndez, con quien no fue posible contactar ayer. Sus actuales moradores, un matrimonio gitano con cinco hijos y dos nietos, acabaron en Valbón por amistad con uno de los hijos del dueño. «Yo estuve preso en Monterroso y allí coincidí con Juan, su hijo, y nos hicimos muy amigos». El que habla es Emilio Salazar Montoya, quien a sus 35 años tiene a su cargo a una familia numerosa que dice mantener con lo que saca vendiendo chatarra.

Al preguntarle cuál es el problema con los vecinos responde que «ninguno». «El único problema es que el señor ahora, después de un año, nos quiere echar de aquí cuando él mismo firmó un papel donde nos dejaba a mí y a mi familia vivir aquí». Emilio entra en la casa y sale con el documento en la mano, que tiene fecha del 5 de septiembre del 2007.

Tanto él como su mujer aseguran que están dispuestos a marcharse de Valbón si alquien les ofrece una solución. «Sin nada yo no me voy, porque estoy aquí porque me dieron permiso, no invadí ninguna propiedad y con dos niños pequeños no me puedo ir», remacha. «Así se lo dije a la Guardia Civil y se lo diré al juez», añade.

Caravana

El matrimonio, que tiene una hija sordomuda, apunta como posibles soluciones «que nos den una caravana o una casa de protección oficial». Emilio hace hincapié en que la gente que los conoce «sabe que somos buenas personas y que no nos metemos con nadie».

En la vivienda dicen estar bien, aunque en este momento no tienen luz ni agua corriente. Un pozo cercano solventa la falta de suministro. Su mujer muestra la planta de arriba. Asegura que en la casa solo viven ellos, aunque los fines de semana reciben la visita de allegados. «Como pasa en todas las familias, ¿no? O es que los demás no hacen eso», afirma.

Al lado del inmueble se levantaron varias construcciones hechas con bloques y plásticos en las que se acumulan trastos y animales. Los vecinos temen que ese foco marginal crezca y se acabe convirtiendo en un asentamiento más grande.

Emilio asegura que el problema de alcoholismo que padece el propietario del inmueble está detrás del conflicto. «Llegó a decirme que podíamos quedarnos si le traíamos una gitana para él. Yo le dije que se la buscara».

Ni el alcalde de Barro, el popular José Antonio Landín, ni la asistenta social del Ayuntamiento quisieron pronunciarse sobre el caso. El regidor trasladó el miércoles al subdelegado del Gobierno, Delfín Fernández, la problemática de Valbón.