«El atrio de la Peregrina es como el gran recibidor de la ciudad»

PONTEVEDRA

El catedrático alaba los trabajos de restauración llevados a cabo en el Santuario y reconoce que son deudores de los realizados en 1981 por César Portela y Bar Boo

28 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Como buen profesor, le gusta seguir un esquema en la conversación. Y por eso, José Ángel Fernández Arruty comienza ésta advirtiendo que no es el mismo de hace seis años. «He pasado de ser un hombre que tenía ciertas responsabilidades a no tener prácticamente ninguna -cuenta-. En el 2002 me jubilé como catedrático de Derecho Canónico de la Universidad de Santiago. En el 2004 cesé como presidente de la Cofradía de la Divina Peregrina y en el 2006 perdí las elecciones a la presidencia del Liceo Casino. Pasé de una etapa de bastante trabajo a otra de casi ninguno. Pero mantengo mi vida muy ocupada».

Esa ocupación pasa ahora por escribir. En estos momentos ultima un trabajo sobre la nueva demarcación eclesiástica de Galicia en la que aboga porque Pontevedra y A Coruña tengan su obispado propio «ya que son las únicas capitales de provincia española que no lo tienen». Y también viaja. Este invierno, por ejemplo, estuvo en Tierra Santa. donde le impresionaron entre otros entornos el Mar de Tiberíades y el Mar de Galilea, «donde la naturaleza está casi exactamente igual que en la época de Cristo». También la ciudad de Jerusalén, a donde piensa volver en el futuro porque los tres días del viaje dedicados a recorrerla «no son suficientes para mí».

Arruty nació en el número 9 de la calle Benito Corbal, a escasamente cincuenta metros del Santuario de la Peregrina. El domicilio de su madre, que luego fue el de toda la familia, también estaba ubicado en la calle Peregrina, número 6 (donde se situaba el Café Méndez Núñez y hoy están las oficinas de El Corte Inglés). Así que los acontecimientos que presenció desde la galería de aquella vivienda desde niño marcaron profundamente tanto su vida personal como profesional. Por eso es casi obligada su elección del rincón de la ciudad, el atrio del Santuario, ya que desde su casa, como dice, presenció «todos los acontecimientos de la plaza de la Peregrina, porque no se puede olvidar que este atrio es un gran hall, un recibidor, de todo lo que ocurría y ocurre en Pontevedra».

Recuerda, por ejemplo, los autos sacramentales de Calderón de la Barca que se representaban en este atrio. Y otro de los acontecimientos que le quedaron grabados fue la llegada desde Madrid de los féretros de los diez mártires mercedarios después enterrados en Poio, «que estuvieron en el Santuario durante dos días en la capilla ardiente». «Fue en 1940, y para un niño ver desde el balcón de casa esos diez féretros blancos expuestos fue una gran impresión», apunta.

Cuatro mil clases

A los diecisiete años se fue a estudiar a Santiago, y acabó su carrera en 1952. Posteriormente, hizo el doctorado en la Complutense de Madrid y su tesis versó sobre el Estado Vaticano, un trabajo que había realizado en años anteriores durante su estancia en Roma con una beca de la Diputación. Esa elección de la tesis marcó también su trayectoria como profesor a partir de 1955 y luego catedrático, en la especialidad de Derecho Canónico. Calcula que habrá dado unas cuatro mil clases y que por sus aulas pasaron unos diez mil alumnos, entre ellos algunos tan conocidos como Mariano Rajoy -«era impresionante, creo que ya estudiaba la oposición a registrador desde los primeros cursos de la carrera...»-, el socialista Pepe Blanco o el actual presidente del PPdeG, Alberto Núñez Feijoo, quien se lo recordó recientemente cuando ambos coincidieron en una cena.

Arruty subraya que para ser docente de Derecho Canónico hay que tener sentire cum eclesi, «sentir con la iglesia». «Y además, el lema de toda mi vida y deseo que me acompañe siempre es el Sentir con la Iglesia, conocerla y darla a conocer -añade-. Siempre lo hice. La sentí, la estudié y la enseñé».

En la Cofradía

Antes de enseñarla, en 1954, empezó a sentirla de mayor forma al incorporarse como secretario a la Cofradía de la Divina Peregrina, de la mano de Antero Marescot. En ese cargo estuvo hasta 1999, en que accedió a la presidencia de la entidad. «En todo ese tiempo fue testigo de excepción del esplendor con que empezaron a desarrollarse todos los actos en la Peregrina -comenta-. Sobre todo a partir de que en 1954 el presidente de la Diputación, Luis Rocafort, designase a la Peregrina patrona de la Diputación y, por extensión de la provincia».

Con la cofradía recibió en ese hall -donde por cierto sus directivos se reunían y tomaban decisiones en el banco- a dos jefes de Estado, Franco en 1960 y el Rey Juan Carlos, acompañado de Doña Sofía, en 1976. «Ambos entraron bajo palio y mucha gente que desconocía ese privilegio lo criticó -afirma-. Pero los jefes de Estado de España, Francia, Portugal e Italia tuvieron ese privilegio. El Estado español, con buen criterio, a partir del Concilio Vaticano II, renunció». También recuerda a varios nuncios del Papa, como Antonuitti, Riveri o Innocenti.

Después de casi un año, los andamios comienzan a retirarse del Santuario de la Peregrina. Para Arruty, el templo está quedando «precioso» y sigue día a día las obras. «Pero no sería justo si no dijera que estas obras exteriores son de alguna manera deudoras de la restauración interna que se hizo en 1981, bajo la dirección de los arquitectos César Portela y José Bar Boo, que hicieron la nueva cimentación -indica-. Colocaron en esa cimentación una especie de bandeja de cemento que hizo posible que no siguiera agrietándose».